Mauricio Osorio Pefaur
Antropólogo social
Ahora bien, estábamos en las
andanzas de Flach -así lo escribiremos desde ahora- en el Simpson y por la
misma época en el Baker. A fines de 1909, y con el acta de remate en la mano,
las marcas debidamente inscritas, un contrato que lo investía de poder y
autoridad como representante de los capitalistas de la Sociedad Tres Valles,
emprende –según lo veo yo- el viaje al Áysen, presumiblemente por vía argentina
ya que su residencia estaba en ese país.
Una vez en el Baker se tuvo que
haber dedicado a rodear y contramarcar el ganado que remató, gran parte del
cual llevaba más de un año pastando libremente en estepas y valles del área. El
resto, muy probablemente ya había sido bagualeado y contramarcado por otros
pobladores, de ambos lados del alambre, imagino.
Esta sola labor debe haberle
llevado sus buenos meses de trabajo a Flach, sus trabajadores y hermano, como bien
nos comenta usted don Baldo. Pero, al mismo tiempo, tendría que haber trabajado
en la traída de colonos al Simpson, lo que al decir de algunos textos va
logrando con cierto éxito durante los primeros meses de 1910, junto con la
introducción de al menos 3.000 mil cabezas de ganado ovino, provenientes al
parece del mismo Baker.
Hasta que a principios de Mayo de
ese mismo año, el diario El Mercurio de Santiago recibe un desesperado
telegrama desde Comodoro Rivadavia, firmado por Carlos, su hermano y Gustavo
Arbeger. En él denunciaban haber sido asaltados por bandoleros, en el boquete
de Entrada Baker, justo cuando se disponían a tropear junto a 8 trabajadores a
su cargo, 1.000 cabezas de vacunos, desde las tierras del Baker. Informaban
haberse enfrentado sin éxito a los asaltantes, debido a que éstos estaban
parapetados tras un fortín de gruesa madera, la que no pudo ser dañada por las
balas calibre 44 que los asaltados descargaron con sus rifles winchester. Estos
últimos tampoco recibieron balas en sus cuerpos o cabalgaduras y al contrario
informan que lograron escapar con vida, aunque las pérdidas directas fueron más
de 200 vacunos “robados y marcados por los bandidos”, además de seis caballos
ensillados que pasaron a poder de los asaltantes.
Varias preguntas surgen a partir
de la lectura de este telegrama: ¿Cómo escapan finalmente?, ¿y el resto de
cabezas de ganado?, algo menos de 800 si seguimos la lógica de Flach, ¿dónde
habrán quedado? Una carta fechada en Buenos Aires, agosto de 1910, y escrita
por Alfredo Amadori a Darío Schiattino, gerente de la Sociedad de los Tres
Valles, da indicios de la situación de los hermanos Flach y del ganado que aún
les habría quedado después del asalto. Dice Amadori que en Comodoro Rivadavia
logró hablar con un mayordomo de los Flach, quien le informó que éstos habrían
quedado en situación “crítica” después del asalto, pero que gran parte de los
animales seguirían en las tierras del Baker. Este mayordomo como lo denomina
Amadori, también le cuenta que las familias introducidas por Flach en el
Simpson, si bien suman varias, muy probablemente decidieran retirarse por causa
de los bandoleros “que pululan por allá” y por falta de apoyo de autoridades,
pese a que los Flach lo habrían solicitado en su momento. En la carta de
Amadori se puede leer sobre la idea de que la Sociedad Tres Valles impulsara la
construcción de un camino de carretas entre el río Aysén y el río Simpson y la
instalación de un fortín en una loma estratégica de la frontera en El Huemúl. Estas
ideas que en el texto de Pomar aparecen como del mismo Amadori, son en realidad
del mayordomo con el que se entrevista en Comodoro.
Lo que sí es idea de Amadori es
que la Compañía de los Tres Valles tendría que empezar de cero, invirtiendo
nuevamente dinero para la traída de colonos, pues lo cancelado a los Flach de
acuerdo a contrato estaría ya perdido.
Ya antes, en otra misiva fechada
en Punta Arenas hacia fines de mayo del mismo año, uno de los directores de la
empresa, Santiago Edwards le informa a Schiattino todo lo acontecido a Flach,
le hace llegar copia del aviso de El Mercurio y le indica que estos sucesos han
obligado a retrasar el negocio que la Sociedad Tres Valles llevaba avanzado –por
intermedio de Edwards- con el capitalista de Punta Arenas, Ernesto Hobbs y que
consistía en ofrecerle una sustancial participación en la Compañía. Hobbs
estaba bien interesado, había pedido informes a quienes conocían el área y ya
tenía un hombre de confianza a punto de partir al Simpson ese mes de mayo, para
evaluar en terreno las bondades y las complejidades de entrar en el negocio que
se le ofrecía. Debido al famoso asalto, Hobbs se arrepiente de enviar a su
hombre y Edwards debe haber intentado mantener a flote la promesa de negocio
sobre la base de promesas de que todo se calmaría, de que solicitarían apoyo al
gobierno para que haya resguardo del orden público, etc.
¿A dónde se fue Flach después del
asalto? Releyendo a Pomar nuevamente, y tratando de interpretar lo que éste
consigna como datos aportados por los pobladores con los que conversa en 1920,
podemos pensar que los Flach una vez envían el telegrama a la prensa de
Santiago, retornan al valle Simpson y allí se quedan viviendo y cuidando el
ganado lanar que habían introducido. El resto de año 1910 lo habrían pasado en
el Huemúl, preparando un nuevo viaje al Baker para contabilizar y proceder a
recuperar el ganado que no había sido robado. Necesariamente debemos pensar que
Carlos Flach debe haber dejado algún peón al cuidado de su hacienda en el
Baker, manteniendo de este modo cierta presencia en el área.
Llega 1911, la situación de la
Compañía de los Tres Valles no es nada buena, se huele en el ambiente su
fracaso. No han podido tomar posesión de las tierras, pese a que habitan allí
los Flach. Los colonos supuestamente
introducidos han abandonado el área, siguen llegando ocupantes chilenos que se
instalan aquí y allá. Los Flach deben entonces considerar otras opciones.
Carlos decide emprender viaje a la capital con el objetivo de solicitar al
Gobierno permiso de internación de sus animales, por el primer “paso de aduana”
habilitado al norte de esa zona austral y libre de impuestos aduaneros por
tratarse de ganado criado en Chile. Su hermano Rodolfo queda al cuidado de la hacienda
lanar en el Huemúl. Esta medida parece ser urgente, deben generar capital efectivo
como sea posible.
En su solicitud, Flach indicaba
que el ganado que deseaba arrear, correspondía al que había criado a partir de
lo que había rematado en 1909. La razón de la solicitud era que la única vía
para arrear su ganado “chileno” y venderlo en el mercado de ese país, era territorio
argentino, pues no había ruta posible en el territorio del Baker y sus
alrededores hacia un puerto en el Pacífico.
Obtiene el permiso de internación
el 03 de noviembre de 1911 mediante decreto n° 3055 del Ministerio de Hacienda.
Con este documento como respaldo, procede a inscribir tres marcas de fuego en
los registros de la Sociedad Nacional de Agricultura, con sede en Santiago. Entre
ellas, la antigua de la Compañía Explotadora del Baker: “CB”.
Al día siguiente, ingresaba al
Ministerio del Interior una solicitud orientada a que esta repartición
dispusiera de una autoridad tanto en el Baker, como en el Simpson, argumentando
que a él y a los demás ocupantes chilenos, les era muy complicado arrear sus
ganados por Argentina, ya que las autoridades de dicho país ponían dificultades
de todo tipo. El ministro instruye ese mismo día a la Intendencia de Llanquihue
que informe respecto de lo solicitado. No hemos encontrado dicho informe, pero
lo interesante don Baldo es que Flach, se preocupó de todos los detalles que le
permitieran un regreso satisfactorio al Sur.
Una vez teniendo todos los
documentos en su poder, Flach aprovecha una circunstancia fortuita para
retornar “resguardado” al Áysen. A mediados de 1911, el gobierno chileno había
recibido una solicitud de apoyo de parte del gobierno argentino, que se
encontraba en batida oficial de una partida de bandoleros de origen
norteamericano (Martínez y Osorio, 2011). En noviembre el destacamento Puerto
Montt recibe la orden de organizar un contingente con destino al Áysen para
iniciar la búsqueda de los bandoleros en territorio chileno, ya que había
información que afirmaba se encontraban escondidos en algún paraje del Áysen. Este
contingente sale desde Puerto Montt el 25 de noviembre al mando del teniente Julio
Ivars de Gayá y en esa ciudad Flach se les une.
Ya en el territorio,
específicamente en la estancia Coyhaique de la SIA, el teniente Ivars se entera
que “Carlos F. Von Flack que acompañaba á
Rio Backer, desde Puerto Montt que decía ser dueño de los terrenos y hacienda de
dicho Rio, se encontraba perseguido por la Policia Argentina, por estafa robo
de animales y atentado contra las vidas de unos pobladores en el Valle de
Backer.” Ivars nada cuenta respecto
a cómo tomó él esta información, a si llamó la atención a Flach, por no
informarle de su situación, poniéndolo como se puede al menos pensar, en una
situación incómoda ante las gentes de la estancia.
Unos días después –escribe en su
informe el teniente Ivars- “En el Valle
Coslowsky, antes de pasar al territorio chileno la Policia Argentina, reconoció
a Carlos F von Flach, que los acompañaba hasta
ese punto y que se dirijia á Rio Backer, von Flac, fue aprehendido por
la Policia Argentina con orden
judicial por el delito que anteriormente menciono y que en Aysen se habian
informado.”
Podemos ver entonces que Flach tenía
motivos para buscar protección policial e intentar pasar “colado” para seguir
al Baker. Su estratagema fracasó y tuvo que pasar algún tiempo detenido por la
policía argentina, hasta que se aclararan los hechos de los que era acusado. A
este respecto no tenemos mayores informes, pero recién en 1913 logramos retomar
la pista de sus andanzas, don Baldo.
Mientras los pobladores del
Huemúl, sumados a un gran número de inmigrantes chilenos dispersos en el valle
Koslowsky y lago Blanco, preparaban una reunión clave para sus intereses como
ocupantes del valle Simpson, Carlos Flach visitaba el Club Inglés de Punta
Arenas, invitado por Ernesto Hobbs. Era Mayo de 1913. Desde Punta Arenas Flach
viajará a Santiago, donde en Junio lo encontramos elevando una solicitud de
naturalización ante la Municipalidad, en la que indicaba escuetamente que residía
en Chile desde hace “más de quince años”,
lo que nos lleva a ¡1898!, cuando tenía 20 años.
El Municipio deriva la solicitud al
Gobierno. Mientras dicho trámite sigue su curso, Flach prepara su matrimonio. La
ceremonia, totalmente civil se realizó el 14 de julio en casa de su novia,
Graciela García Huidobro, ubicada en calle Las Delicias. Como testigo del
novio, firmó el cónsul sueco de la época. Como testigo de la novia firmó su
hermano Ramón García Huidobro. El 19 del mismo mes, Flach recibía la carta de
naturalización. Desde ese momento pasaba a ser “chileno”.
Por si fuera poco todo esto, en
el registro sueco del que ya le comenté, aparece también un hijo de Flach, bautizado
como Raoul, nacido en julio de 1914, pero la verdad es que su existencia no
pude comprobarla en el registro civil de Santiago. ¿Habrá viajado con su esposa
al Sur o a la Argentina y tenido al hijo en alguno de estos lugares? No se sabe
aún.
Volvamos al Áysen. Nada nuevo he
podido averiguar sobre la formación del “Cordillera Cattle Company”, así que
hay que quedarse por el momento con los datos que usted entrega en su trabajo.
Sin embargo, puedo comentarle que el historial de Flach sí considera su
actuación como “Comisario del Baker”. Entre los antecedentes de una solicitud
de ocupación por 25 años del valle del río Ibáñez, especialmente las riberas norte
y sur del río, desde la desembocadura hasta un poco más al oeste del arroyo
Parada, elevada por el ciudadano Augusto Zegers en julio de 1916, hay una nota
escrita y firmada por Flach en su calidad de Comisario ad honorem del río Baker, donde afirma que dicho valle
era zona “despoblada”, pues lo había recorrido en “persecución de
merodeadores”. En esa época, agosto de 1916, nuestro personaje se encontraba en
Santiago. ¿A quién habrá perseguido?, ¿qué propiedades habrá estado protegiendo
al momento de efectuar esas persecuciones? Finalmente, ¿cuándo habría realizado
esas persecuciones? Tal vez se refería a la vez que acompañó al contingente de
18 carabineros del ejército al mando del teniente Julio Ivars de Gayá, o sea ¡5
años antes! Si ese fuera el caso, entonces era claro que protegía los intereses
de la Sociedad Tres Valles, pero más aún los suyos propios, 500 hectáreas donde
dejar pastando su ganado no dejaban de ser.
Con todo, don Baldo, en esa breve
nota de apoyo al tal Zegers, Carlos Flach se encargaba de desconocer a los
pobladores huilliche que habitaban en el Ibáñez después que él mismo los
corriera del Huemúl según consta en la memoria oral de los valles Simpson e
Ibáñez; desconocía también a los Maureria, Levicán y Muñoz de la península, en
fin, a todos los ocupantes del valle Ibáñez.
Pero años antes de la emisión de
dicho certificado, Flach participa de los movimientos especulativos
relacionados con las tierras del Baker. Actitud que viene a ser entendible si
pensamos que debió mantener ganado allí por varios años y como usted afirma, se
instaló por varias temporadas en el Baker después de rematar la hacienda. Y
luego de ser él mismo “corrido” del Baker, por Julio Vicuña, a la sazón
empleado libre de los capitalistas de Magallanes, volverá a incursionar en la
apropiación de tierras en el Áysen, esta vez al sur del lago Buenos Aires,
historia que tal vez es la más conocida y donde se lo termina de dejar como el
malo de la película, obviando sobre todo que son los grandes empresarios de
Magallanes sobre todo, quienes maquinan una y otra vez las maneras de hacerse
de las tierras marginales de este territorio.
Quedan en el aire las preguntas: ¿Qué
fue de este personaje?, ¿dónde terminó sus días? Y más aún, ¿dónde quedaron su
esposa e hijo?
Nada sabe aún de esto, Don Baldo.
Solo tenemos una fecha incierta para su muerte, 1937. Carlos Flach, sueco-chileno,
tenía 59 años de edad.
( ¿continuará? )