13 diciembre 2015

La Isla de los Muertos: del misterio a la verdad

(Publicado originalmente en El Divisadero, noviembre 2014)

Nuevos y desconocidos antecedentes hallados el 2013 en el Archivo Nacional del país han impulsado al investigador Mauricio Osorio Pefaur a revisar en profundidad el contexto y la sucesión de acontecimientos que llevaron a la tragedia obrera de Bajo Pisagua, en la desembocadura de río Baker, en el invierno de 1906. Allí murieron más de 50 trabajadores chilotes, los que fueron sepultados en lo que hoy conocemos como cementerio Isla de los Muertos, Monumento Nacional de nuestra región.

En la edición de septiembre de nuestro suplemento presentamos un detallado reportaje sobre lo que hasta el año 2000 se conocía de este misterioso cementerio. En esta edición presentamos los datos más relevantes que se han dado a conocer en charlas, crónicas y artículos de internet desde septiembre de 2013 a la fecha. Pero primero revisaremos los trabajos posteriores a la investigación arqueológica de Francisco Mena y su equipo.

La historia comienza a develarse

Después del estudio arqueológico realizado en 1998 que a partir de la exhumación de una tumba, permitió comprobar la existencia de un ataúd cuidadosamente elaborado, la investigadora regional Danka Ivanoff Wellmann publicó su libro “Caleta Tortel y su Isla de los Muertos” (2000), donde dio a conocer el testimonio escrito de uno de los protagonistas de lo sucedido en 1906 en Bajo Pisagua, el inglés William Norris, administrador en terreno de las faenas de la Compañía Explotadora del Baker. Norris escribió desde el lugar de los hechos, una carta a un tío relatando lo que estaba sufriendo junto a los obreros a su cargo. Dicho testimonio describió de manera vívida el trance de más de 200 trabajadores, ante el que según Norris, 57 sucumbieron y debieron ser sepultados en la zona. El mismo Norris relató a su tío que un barco llegó al lugar a rescatarlos, llevándolos a Chiloé.

Ivanoff también dio a conocer una entrevista realizada por Antonio Soto a un sobreviviente, quien dio otros antecedentes de lo acontecido en el Baker. Con esta información, la historia de Isla de los Muertos comenzó a develarse, aunque las causas de la tragedia vivida por los trabajadores todavía no son claras.

Pero el antropólogo social Mauricio Osorio cree que la verdad sobre lo acontecido en la desembocadura del río Baker el invierno de 1906 puede ser descubierta, descorriendo así el misterio que envuelve a la Isla de los Muertos, el cementerio que hoy es testimonio de una tragedia que enlutó a tantas familias chilotas a principios del siglo XX. Los antecedentes hallados en julio de 2013 son muy relevantes a juicio del investigador porque al igual que la carta de Norris, están fechados en la misma época en que ocurrió la tragedia; además, corresponden a crónicas de prensa escrita de Puerto Montt y Chiloé.

Las denuncias que hizo la prensa sobre la tragedia de Bajo Pisagua

Según la investigación de Osorio, la primera denuncia contra la Compañía Explotadora del Baker, se publicó el 11 de septiembre de 1906 en el periódico La Alianza Liberal de Puerto Montt. En ella se acusaba a la empresa de abandonar a los trabajadores en el Baker, además de otros denuncios. En esa nota se entregaron también los nombres de algunos trabajadores originarios de Puerto Montt.

Durante las siguientes semanas fueron apareciendo otras crónicas –muchas de ellas breves- que informaron sobre este abandono. Todas coincidían en que eran más de 200 los trabajadores dejados a su suerte.

A fines de septiembre los sobrevivientes fueron recogidos por un vapor proveniente de Punta Arenas, de nombre “Araucanía”, propiedad de la firma Braun y Blanchard. Según la prensa el barco rescató entre 150 y 160 personas, de las cuales murieron unas pocas camino a Chiloé.

Osorio escribe en su blog (www.miradaintrusa.blogspot.com) que el 11 de octubre de 1906, el periódico La Alianza Liberal publicó una lista con los nombres de los 59 trabajadores chilotes que habrían muerto en el Baker. Ese listado consigna también el día de la muerte de cada obrero. Todo se inicio con el fallecimiento de Santiago Barrientos el 07 de julio. Al momento en que llegó el vapor Araucanía, el 26 de septiembre de 1906, en un viaje contratado para retirar a los obreros, habían muerto Juan Antonio Muñoz y Pedro Bórquez.

Una vez embarcados los sobrevivientes, el "Araucanía" emprendió viaje al Norte lo más rápido posible y el 01 de octubre recalaba en Achao donde bajaron algunos trabajadores. Luego se dirigió a Dalcahue donde desembarcó la mayoría que era de los alrededores. Luego siguió viaje a Ancud, puerto en el que la nave fue sometida a una desinfección profunda, para no dejar rastros de la enfermedad que los obreros pudiesen haber portado.

Las denuncias de la tragedia llegaron al Congreso Nacional

Lo que la prensa sureña publicó, sobre todo lo que apareció en La Alianza Liberal, llegó a oídos de algunos senadores de la República, escribe Osorio, y éstos exigieron explicaciones al Gobierno. A raíz de esto la empresa tuvo que dar su versión de los hechos indicando que la muerte de los obreros no había sido por abandono o hambre, sino por un brote de escorbuto aparecido repentinamente. La nota fue firmada por el gerente de la Compañía Explotadora del Baker, Julio Subercaseaux, quien aseguraba que el gerente en terreno Florencio Tornero, estuvo en Baker entre abril y julio de 1906 junto a Julio Vicuña Subercaseaux y habían dejado allá “gran cantidad de alimento”.

Verdad y reparación histórica

La investigación de Osorio ha logrado avanzar sobre la comprensión de los hechos que desencadenaron la tragedia de Bajo Pisagua, devela a los responsables -los propietarios de la Compañía explotadora del Baker que, contrariamente a lo planteado por Martinic (1977, 2005), no serían capitales magallánicos, sino de Valparaíso y Santiago, con Julio Subercaseaux Browne a la cabeza-; reivindica a las víctimas y también permite que familias descendientes de los trabajadores puedan por fin conocer qué ocurrió con sus familiares. Ya son 5 las familias contactadas y que han reconocido familiares en la lista encontrada.

Aparte de la investigación y la pronta aparición de un libro con los resultados, una de la principales acciones que se están organizando es un Acto de Memoria para reivindicar a los trabajadores muertos en el Baker. “Hoy conocemos sus nombres, sabemos que hay familiares y por ello nos parece que debemos rescatar del anonimato las tumbas de isla de los Muertos. Aunque sería muy difícil asignar cada nombre a la tumba correspondiente, al menos podremos construir un Memorial en la Isla donde estén todos los nombres de los trabajadores. Invitamos a las comunidades de Aysén y Chiloé a hacerse parte de este proceso, que reivindicará a las víctimas de un luctuoso hecho de nuestra historia”, concluye Osorio.

20 noviembre 2015

Octubre de 1907, nace la Comisaría Rural de Río Baker

Pensaba que después de haber dejado abandonados más de 200 trabajadores chilotes en Bajo Pisagua, Florencio Tornero no volvería a aparecer en alguna actividad tan cercana a la fecha de la tragedia que provocó por su negligencia culpable. 

Encontré documentos oficiales que lo situaban recién dos años después de los hechos, como funcionario público en la lejana Arica…

Pero la sorpresa sigue siendo la norma en la historia del "aislado" Aysen… condición territorial que al parecer es el verdadero mito del devenir de este territorio.

El caso es que el 4 de octubre de 1907 el Gobernador del Territorio de Magallanes decreta la creación de la Comisaría Rural de Río Baker, bajo el número XVIII y nombra Comisario ad-honorem, nada más y nada menos que a Florencio Tornero Echeverría, el mismo que abandonó intempestivamente el Baker en junio de 1906, dejando a los trabajadores a su propia suerte.

El 19 de octubre de 1907, el Ministerio del Interior chileno decreta la aprobación del acto administrativo de la Gobernación de Magallanes y de este modo se creaba oficialmente la famosa y desconocida Comisaría Rural del Baker. He aquí la transcripción del decreto de Interior:

"República de Chile
Ministerio del Interior
1ª Seccion
Santiago, 19 de octubre de 1907
S.E. Decretó lo que sigue:
Nº4860
Vista la nota que precede,
Decreto:
Apruébase el siguiente decreo espedido por la Gobernacion de Maga-
llanes, con fecha 4 del actual:
“Créase una nueva comisaria rural con el Nº XVIII bajo la denominación
de “Rio Baker” que comprenderá la zona limitada por el norte con el
grado 47º de latitud; por el sur el limite norte de la VIII seccion
de Última Esperanza; al oeste la línea divisoria con la República
Arjentina i al este los terrenos del contorno; Nonbrase Comisario
Ad-honorem de esta seccion al señor Florencio Tornero.”
Tómese razón, rejístrese i comuníquese.
Montt. Luis A. Vergara
Lo digo a U. para los fines del caso.
Dios gue. a U."

(Decreto hallado por M. Osorio el 16 de noviembre de 2015 en ARNAD)

Martinic (2005) afirma que esta comisaría rural habría sido creada en 1916 y su "primer" comisario era un señor de apellido Cramer. Sin embargo, el documento presentado aquí la coloca naciendo 9 años antes y su representante el señor que abandonó trabajadores en el territorio que después "controlaría" semipolicialmente.

Bien raro el asunto no?


11 noviembre 2015

La cabeza me late

la cabeza me late 
como si fuera el origen del dolor
las imágenes se disuelven 

y así, llenas de color
se apagan 

cebazacabeza

10 noviembre 2015

La felicidad que no se encuentra


Uno se pone el sombrero
sale a la calle y piensa
en la felicidad que no encuentra.

Una muchacha le sonríe afuera,
el mocoso de la esquina le lanza un garabato divertido
y uno sigue con la mente distraída en la felicidad
a la que no llega.

Un perro marca el cerezo de la plaza,
la pareja de la cuadra se besa en los columpios.
Y la tarde alza una brisa suave
mientras uno pierde la memoria.



(De Ausencia Germinal, 2015)

05 noviembre 2015

Volando

Una vez vi un ave,
volando.
Su pecho acarició
la salada superficie del Yacaf.

Tornó la vista antes de estrellarse
con la marea que volvía.

Quise arrancarme los ojos
para desaguar esa mirada.

El ave aleteaba en los roqueríos
y no sabía yo si morir o vivir
en la belleza.

Volando se alejó la marea
quedóse inundada y ciega la esperanza.

Las factorías flotantes bamboleaban,
un vacío millonario las mecía
había un hombre que tal vez arrimaba el alma bajo su capa naranja,
lanzaba algo que atrapaban miles de peces encerrados.

El ave dejó de aletear,
pero no de observarme
le sonreí y de este modo, dejó escapar un graznido
que se trepó sobre los arrayanes.

Allí estaban las huellas de otros tiempos,
una familia conversaba
la mejor manera de disponer las valvas
luego de darse el primer festín del día.


(De Ausencia Germinal, 2015)

03 noviembre 2015

En las afueras de Chile


He estado en las afueras de Chile
sin abandonar su flecadura
en el instante de la marea.

He abandonado sobre el aire
los suelos nacionales
llevando en mí la nostalgia
que resuma bajo el zapato.

Chile no me abandonó entonces,
aquello que se llama lejanía
nada hizo sobre mi memoria.

Mas hay la vez que caminé
fuera de Chile estando dentro
y la patria volvió a nacer-se en ella misma,
distinta. chile Chico le llamaron
hace algunas horas atrás.

chile lejos, deshecho en pampas e islas
abiertas sobre el mar
la mar más bien, la mar.

chile ciego a su verdad
decía la voz de aquella tierra
y al oírla, me pareció
saberle el timbre en lo profundo
me pareció vivida antiguamente

chile de nuevo hecho,
por almas en resaca

sobre el desplaye de la nación.

18 octubre 2015

Portada La Alianza Liberal, 11 de octubre de 1906


Esta es la portada del periódico La Alianza Liberal, edición del 11 de octubre de 1906, en la que se publicó la lista de los 59 obreros que murieron a causa de la negligencia culpable de la Compañía Explotadora del Baker. Ellos fueron sepultados en dos sitios de la desembocadura del río Baker: la actual Isla de los Muertos y otro sitio funerario en la ribera norte de la desembocadura, muy cerca del campamento Bajo Pisagua.

El hallazgo de esta noticia lo hice el 27 de julio de 2013 en la sección Periódicos y Microformatos de la Biblioteca Nacional.

La Alianza Liberal fue el único periódico que denunció con fuerza el abandono y la tragedia de los obreros. Los demás medios de prensa lo invisibilizaron mediante la no citación de sus noticias sobre los hechos, prefiriendo siempre citar medios de Chiloé, que aunque publicaron sobre lo sucedido, lo hicieron muy tibiamente. 

Mauricio Osorio Pefaur

20 septiembre 2015

No hay relación directa entre la Tragedia de Bajo Pisagua que dio origen a Isla de los Muertos y los capitales magallánicos

Lo afirmo con todas sus letras. José Menéndez Menéndez nada que hacer en esta historia. Tampoco Mauricio Braun Hamburger. No fueron accionistas de la Explotadora del Baker. Tampoco se puede afirmar que algún "palo blanco" magallánico haya estado relacionado con la formación de esta empresa en 1904. 

A lo más, la empresa Braun y Blanchard fletó vapores y realizó viajes al Baker, debió después protestar letras impagas contra la Compañía Explotadora del Baker y finalmente se convirtió en una de las empresas acreedoras en la quiebra de la ganadera que intentó el negocio en los terrenos que formaban el permiso de ocupación otorgado a Juan Bautista Contardi.

Mauricio Osorio Pefaur

15 septiembre 2015

La imagen pudo haber sido esta


1906. Invierno. Lluvia, lluvia, lluvia. Selva fría de Ciprés (Pilgerodendron uviferum), Coigüe de Chiloé (Nothofagus nítida), Tepa (Tepualia stipularis), Ñire (Nothofagus antárctica), Tineo (Weinmannia trichosperma) y tantos otros.

El campamento de los obreros hecho un barrial, pese a los envaralados. La comida agotándose. El cansancio instalado por semanas. Padres e hijos, hermanos, cuñados, tíos, soportando un horizonte oscuro. El vapor no aparecía.

Se enferman varios trabajadores, nadie sabe muy bien de lo que se trata ese brote, las historias familiares comienzan a correr. Unos creen que se trata de esto, otros de aquello: los brujos, alguien que trajo una peste consigo, los que llegaron en abril tal vez… Cada grupo familiar buscaba su propia explicación mientras cerraban filas entre ellos, cuidándose entre sí, mientras podían.

¿Cómo se organiza o desintegra un grupo en una situación de crisis alimentaria y sanitaria?

Mauricio Osorio Pefaur

09 septiembre 2015

EN RIO BAKER Jente abandonada. Pedimos investigacion

De Curaco se denuncia que la Sociedad Esplotadora del Rio Baker ha dejado abandonado un cierto número de trabajadores que llevó a los terrenos de su Concesion.
La denuncia ha sido dirijida por telégrafo a la Intendencia de Llanquihue, solicitando amparo.
Se agrega al denuncio que varios de esos trajadores abandonado (sic) están muriéndose enfermos sin recibir auxilio de ninguna clase.
Creemos necesario hacer una investigacion rápida, i poner el remedio.
No seria posible permitir un abandono como el que se denuncia.

Periódico La Alianza Liberal. Año XIII, Nº 769, 08 de Septiembre 1906




Esta breve crónica es la primera de todas las que se publicaron denunciando el abandono de más de 200 trabajadores chilotes (y unos pocos puertomontinos) por parte de la Compañía Explotadora del Baker. 

La denuncia había llegado vía telegrama desde Curaco de Velez a la Intendencia de Llanquihue. El periódico logró enterarse del contenido y publicó la nota. 

La Alianza Liberal será el único medio escrito de la época en denunciar con fuerza la responsabilidad criminal de la empresa y sus propietarios. Otros medios se hicieron eco de las noticias, pero sus crónicas fueron más mesuradas, "neutras". Otros medios escritos simplemente NO informaron sobre lo que estaba ocurriendo o había ocurrido en los márgenes de la nación. 

Mauricio Osorio Pefaur

04 septiembre 2015

Documento histórico: Telegrama del 4 de septiembre de 1906

“Gobernacion
Achao, setiembre 4 de 1906
Intendente Puerto Montt
Ha denunciado Lindor Gallardo i otros á esta gobernacion que en Rio Backer hai alrededor de doscientos hombres pereciendo de hambre abandonados su propia suerte por sociedad contratante existente ahí. Seria de desear US. averigue hecho poniendo conocimiento gobierno caso ser verdad para (ilegible) alguna medida de ausilio inmediato.

Morales"

Telegrama enviado por Antonio Morales, Gobernador de Quinchao al Intendente de Llanquihue, dando cuenta del abandono y muerte de obreros en río Baker.
Ese mismo 4 de septiembre moría en Bajo Pisagua el trabajador Guillermo Navarro. Era ya el trigésimo sexto obrero en fallecer.

(La Tragedia Obrera de Bajo Pisagua. Río Baker, 1906. Mauricio Osorio Pefaur)

03 septiembre 2015

Niño-Mundo

-¡Despierta niño, despierta!
-No estoy dormido, no duermo.
-¡Levántate niño, levántate!
-No yazgo, estoy recostado en mi muerte.

Niño-Mundo

31 agosto 2015

http://www.goear.com/listen/48f7e4b/que-ya-no-estes-mauricio-osorio


Contrapunto sin guitarra

(De Mirada Intrusa, Ed. Ñire Negro, 2009)

Gaete
Buenas tardes jovencito
Recibí su invitación
Pa’ medir con un palito
Nuestra improvisación

Osorio
Así veo caballero
Llega usted justo a la hora
Se decía en el potrero
“Ya no viene la cotorra”

Gaete
Dígame usté señorito
Quién le ha contado ese cuento?
Llevo añazos y no añitos
Payando a los cuatro vientos

Osorio
Siempre habrá muy mal hablaos
Que les gusta difamar
Alléguese aquí a mi lao
Pa’ que podamos payar!

Gaete
Aquí no más me quedo.
Por si no lo sabe usté,
Un contrapunto certero
Se lleva mejor de a pie

Osorio
Como guste Rosamel
Yo me quedo aquí a este lao
Tengo mesa con mantel
Pa’ servírmelo pelao

Gaete
Pa’ pelarme de a de veras
Necesita usté sapiencia
No le bastan las dos brevas
Que brillan por su ausencia

Osorio
Qué lucidez, amigo mío
Para ver lo que no está
No será que en el avío
Trae presta la maldá?

Gaete
Mi estimado contrincante
No se esconde la maldá
Se la lleva por delante
Y se clava en la heredá

Osorio
Ocurrente el consejero
Mas se pierde en su pensar
Yo no soy atracadero
Para un barco sin anclar

Gaete
No vine a buscar orilla
Donde todo es pampa y campo
Desenfundo mis cuartillas
Si me ventean con llampo

Osorio
¡Las palabras que conoce!
Se destaca su glosario
A ver si me reconoce
Que utiliza el diccionario


Gaete
El diccionario y el oído
Porque escucho a la natura
El suave rugir del río
O los suspiros de la luna

Osorio
Son suspiros de mentira
Inventiva de “pueta”
Verdadero el que suspira
Entremedio de unas tetas

Gaete
Harto fome su cuarteta
Se parece a un regalito
Que encontré como dobleta
Del que engrupe con versitos

Osorio
Yo no engrupo con mi canto
Aunque a usté eso le parezca
Fácil es usar el manto
Cuando brilla como yesca

Gaete
Ni tan seco ni tan bardo
Improviso ciertas loas
Hago miel con el lunfardo
mermeladas con el coa

Osorio
Láncese alguna cosa
Que demuestre su decir
Si no, cávese la fosa
Pa’ poderme despedir

Gaete
Agárrese la clavija
que aquí le va un ejemplo
si le muestran la sortija
tape rápido ese templo

Osorio
Suena más como a cristiano
Ese cuarto sin zorrera
Se me hace muy lejano
Que este encuentro tenga vera

Gaete
Tal parece que se espanta
Enmudece su pensar
Ni siquiera me adelanta
Pa’ pedir finalizar

Osorio
Como quiera don Gaete
Terminar o proseguir
que le pise los juanetes
O le tire un calcetín

Gaete
Yo prefiero un corolario
Si me permite sugerir
Pa’ payar no hay que ser sabio
y tampoco ser tan gil

Osorio
Le hallo razón en esto
ha ganado usted al fin
ya me callo y no contesto

porque aquí empieza el cahuín

Que ya no estés

Que ya no estés.
Que ni siquiera hables como ayer,
despejada tu palabra sobre los cielos de Coyhaique.

Que ya no estés.
Caminabas a tientas entre tu enfermedad y la alegría
abierto tu silencio bajo la crecida humareda.

Que a pesar de todo
siga insistiendo tu cariño
derretir el hielo social de estos días.

Adiós nuevamente amigo.
Todavía puedo inventarme un abrazo
aunque tu cuerpo sea ya materia de barbecho.

Que ya no estés.
Acá se vive entre tristeza y tristeza
una alegría cierta y llena de hijas.



Esta pena azul

Esta pena azul es una caricia que se acumula / da cierto calor que irradia en lágrimas / da cierta nostalgia que enciende el alma

23 agosto 2015

Fragmentos de historia oral sobre la tragedia obrera de Bajo Pisagua, río Baker, 1906

A continuación comparto un apartado especial del libro La Tragedia Obrera de Bajo Pisagua, con tres testimonios recogidos en 2014, en conversaciones sostenidas con descendientes de obreros fallecidos y sobrevivientes de la tragedia. Mi agradecimiento a las familias Cárdenas-Andrade, Hurtado-Barría y Díaz-Monsalves.


Fragmentos de historia oral: recuerdos de descendientes en Chiloé 


A fines de marzo de 2014, fuimos a Chiloé para conversar con dos personas que nos esperaban para contar lo que sabían del enganche a río Baker. En Dalcahue estaba la señora Sabina Barría, de 87 años. El contacto lo hicimos por intermedio de su nieto Francisco Hurtado, que nos escribió en twitter, indicando que su abuela recordaba algo sobre el Baker. En Castro en tanto, estaba don José Orlando Cárdenas, nieto de uno de los obreros fallecidos en 1906. Nos contactamos con él también gracias a internet, pues escribimos a su hijo Orlando, en un foro sobre la Isla de los Muertos[1]

Mocopulli, abril 2014

Un poco antes de arribar a Dalcahue, siguiendo el acceso a Mocopulli y antes de llegar al cruce Teguel, está la casa de la familia Hurtado-Barría. Nos recibió amablemente una hija de la señora Sabina a quien le relatamos que Francisco nos había dicho que podíamos visitar a su abuela para conversar sobre el Baker. Nos hicieron pasar a la casa y allí nos saludó la señora Sabina, ofreciéndonos de inmediato un gran tazón de leche recién ordeñada, tortillas y mermelada. Así inició la conversación.

Los recuerdos de la señora Sabina reconocen el territorio del Baker como el punto al que muchos antiguos viajaron contratados a trabajar. Pero un brote de viruela –afirma-, provocó una mortandad grande que incluso alcanzó a varios trabajadores que volvieron vivos a la isla y después de un tiempo, fallecieron siendo sepultados en tumbas aisladas en distintos campos del sector de Teguel (entre Dalcahue y San Juan).

Esa fue una compañía que vino a la madera y contrató la gente y la llevó pa’ Baker. Entonces la gente se fue pa’ que trabajen la madera allá y después no sé qué pasó, el año muy frío, le dio viruela, vino el invierno malo y con eso sonaron. Y vinieron los de Chiloé aquí, volvieron, pero esos no los sepultaron en el cementerio, de lejos le iban a dejar comida para que coman, una señora la dejaron ahí para que los atendiera y les llevara comida. Y cuando morían los sepultaban ahí mismo en el campo. Esto yo se lo oí conversar a mi padre.

La señora Sabina recuerda que la empresa llevó a los trabajadores para faenas madereras, que la zona de trabajo era el Baker, que la tragedia ocurrió en invierno, un invierno riguroso y que hubo trabajadores que volvieron vivos, pero enfermos.

El testimonio de la señora Sabina tiene un elemento que contrasta fuertemente con lo que hasta ahora se ha esgrimido como explicaciones para las muertes en el Baker: ella afirma que escuchó decir a sus mayores que la causa de muerte fue la viruela, pues se llevó a varios de los que volvieron al sector donde ella se crió.

Aunque esta causa parece no tener sustento al compararla con las demás fuentes donde son el hambre y el escorbuto las causas esgrimidas para explicar la mortandad, es interesante analizarla en cuanto a su plausibilidad. Chiloé como otras zonas de Chile sufrió importantes brotes epidémicos de viruela a fines del siglo XIX y principios del XX. De hecho, es posible leer crónicas de prensa fechadas en 1905, dando cuenta de brotes en distintos sectores de la isla. La viruela era una enfermedad con clara presencia en la época de la tragedia y a la cual se le temía sobremanera en Chiloé. Es posible que los obreros que llegaron enfermos la contrajeran muy fácilmente debido a su precario estado de salud y fallecieran por acción de dicha enfermedad, a pesar de haber llegado con otra enfermedad, escorbuto o tal vez disentería, desde Baker. Tampoco es descartable que obreros de enganches posteriores a Baker (1906, 1907, 1908) hayan contraído la enfermedad y al retornar hayan fallecido en sus hogares.

Castro, abril 2014

Don José Orlando Cárdenas nos recibió en su casa en la ciudad de Castro. Estaba muy emocionado por haber logrado dar con el dato definitivo de su abuelo muerto en Patagonia. Cuando nos contactamos con su hijo Orlando, ellos no tenían claridad sobre el nombre del abuelo. Pero en la lista había una sola opción: Enrique Cárdenas, el único trabajador con ese apellido que falleció en Baker. Con ese dato, la familia comenzó a buscar antecedentes en los registros parroquiales y el Registro Civil, logrando dar con las partidas de bautismo y matrimonio de don Enrique, el abuelo muerto en Baker. Los recuerdos de don José Orlando reconocen como fuente del relato a su abuela paterna:

Desde que mi abuela nos contaba sobre el abuelo, yo quedé con la inquietud de saber un poco más. Yo ni siquiera sabía cómo se llamaba mi abuelo, porque el abuelo que yo conocí era otro, un señor Caro. Porque mi abuela ya cuando no le dieron más esperanza de que mi abuelo iba a volver y que estaba muerto po, ya le habían avisado que quedó allá nomás, no había modo de traerlo, no tenían plata, era gente humilde.
Después ya, creo que hicieron trámites para cobrar algo… nada, no le pagaron ni una chaucha, dice que, ella siempre decía que no le avisaron nada y no le pagaron nada, como a cualquier otro de esos que llevaron. Y les dijeron nomás que habían muerto todos de hambre, porque se había roto el barco, el barco que los llevó después ya no llegó. Así que cuando llegaron allá con el barco con víveres otra vez ya estaban todo muertos. Así que ahí ni una esperanza que vuelva, así que ahí se casó de nuevo mi abuela, después yo conocí al otro abuelo que era de apellido Caro y ahí empezaron los Caro-Cárcamo, los Cárdenas fueron dos nomás, mi tío Ramón y mi papá que se llamaba Enrique. Y mi abuelo también se llamaba Enrique, Cárdenas Cárcamo.
Mi abuela se llamaba Manuela Cárcamo y ella contaba que a su marido lo vinieron a buscar de una empresa, ella no sabía decirnos de qué parte era, pero que lo llevaron y que le iban a pagar muy bien… una empresa inglesa parece que era. Y él se fue con su hacha, él era hachero. Y decía mi abuelita que ya no volvió más po. Y nunca más supo nada, porque no sé si lo contrataron en Puerto Montt, lo llevaron de aquí parece, no sé si fue de Castro o Chonchi. Él era de Putemún, una parte que le dicen Putemún, cerquita aquí, de Llau Llau un poquito más allá. Mi papá en ese tiempo tenía un año, cuando se fue mi abuelo. Según mi hijo Orlando, mi abuelo tendría 31 años cuando se fue y mi papá tenía un año y mi otro tío que era mayor tenía dos.

En este testimonio don José Orlando aporta datos relevantes como que su abuelo era del sector de Putemún; que era hachero y habría viajado “con su hacha”; que fue una empresa inglesa la que lo contrató y que bien pudo viajar al sur desde Puerto Montt o haber abordado el barco en Castro o Chonchi. En el Baker habrían muerto de hambre debido a que el vapor con alimentos no volvió a ir. La familia habría intentado cobrar el sueldo o algún tipo de indemnización, pero la empresa no habría respondido. También menciona que aunque hubiesen querido traer el cuerpo no podían porque era una familia “humilde”, de escasos recursos económicos.

Nuevos fragmentos de memoria oral en la región de Aysén


Las actividades de difusión de los hallazgos realizados en la prensa escrita de 1906, generaron gran interés. Y también sorpresas que han abierto nuevos caminos de investigación desde la perspectiva de la memoria oral. En uno de los seminarios de historia, identidad y patrimonio realizado en Cochrane (julio de 2014), una de las asistentes, Elizabeth Díaz Monsalves, profesional oriunda de Dalcahue (Chiloé) y que se desempeñó como Trabajadora Social en la Delegación Provincial de Serviu en aquella época, se sorprendió cuando se presentó el radioteatro “La Tumba de Melchor”, en el que se reproducía la lista de obreros fallecidos en Baker. Algunos apellidos que escuchaba resonaron en su memoria, los sintió cercanos, muy cercanos. Llamó a sus padres para preguntar si en la familia se conocía alguna historia relacionada con el Baker… y entonces la memoria retornó a su padre, a su abuela y a otros miembros de la familia. Al día siguiente, Elizabeth nos contaba emocionada que ella había asistido al seminario motivada por conocer algo más del territorio donde había llegado a trabajar y se encontraba aquí con un trozo de su historia familiar: un bisabuelo que junto a su hermano fueron parte del enganche al Baker.

La familia decidió entonces preparar un viaje a la Isla de los Muertos. El padre de Elizabeth sentía la necesidad de conocer el sitio donde tantos vecinos y tal vez parientes de sus antiguos habían sido sepultados. El verano de 2015 viajaron a Tortel y conocieron el cementerio. A su regreso y en una parada que realizaron en Coyhaique pudimos conversar con don Héctor Díaz Bórquez, padre de Elizabeth y nos relato los fragmentos de la historia que le escuchó a su padre y otros antecedentes sobre su abuelo, uno de los sobrevivientes de la tragedia:

Cuando me enteré del cementerio Isla de los Muertos y de que había apellidos conocidos del sector Astillero entre los fallecidos fue igual sorprendente. Mi hija fue la que se enteró y me llamó y de ahí yo me acordé de lo que contaba mi papá, que era lo que le había contado su papá a él. Contaba que habían trabajado acá, habían venido al Baker, siempre se acordaba del Baker, que fue muy… pasaron mucha hambre ahí, que bajaban balsas de trozos de ciprés por el Baker. Y una de las cosas que contaba mi abuelo fue que en la rancha que tenían, encontraron unas sopaipillas no sé cuántos días después, que tenían pelos verdes y esas se las comían, porque quedaron sin víveres parece. Yo no sé cómo salieron de ahí… parece que salieron con su hermano pa’ la Argentina, mi papá y su hermano, pero no tengo claro eso.
Hay un caballero que es descendiente, de apellido Sierpe, él puede saber algo más, pero no sé si estará lúcido en estos momentos para que cuente algo de su padre que falleció ahí. Eso contaba mi mamá.
Mi abuelo se llamaba Alejandrino Díaz Mansilla y su hermano se llamaba Santiago Díaz Mansilla. Con ellos fueron al Baker vecinos y amigos.
Fue impresionante cuando me contó mi hija y era como que tenía un deber de ir allá, porque aparte yo llevo el nombre de mi abuelo y mi papá vivió en el terreno de mi abuelo.
Mi abuelo después de lo del Baker parece que no salió más al Sur, se quedó en su tierra y salía pa’l norte sí. En su campo fue bien progresista en sus trabajos, sembraba, tenía molino de esos de piedra, tenía sus cositas ahí. Lo otro que mi papá se acordaba era que cuando iba a trabajar a Valparaíso, se bajaba en Osorno mi abuelo y se pasaba a comprar un caballo y se venía de a caballo hasta el canal de Chacao, porque en Osorno habían caballos muy buenos. Traía uno o dos caballos con su plata que ganaba por allá.
Tenía una historia bien particular mi abuelo porque, es que se había casado a los 17 años y después enviudó porque su señora falleció en el parto y después él se fue a trabajar para el norte y entre esas salidas pasó a inscribirse al servicio militar y lo hizo por Temuco parece…

En su testimonio don Héctor Díaz afirma que los obreros pasaron mucha hambre en el Baker y que en una ocasión habrían consumido “sopaipillas” que encontraron llenas de “pelos verdes” (hongos). Don Héctor recuerda también que el trabajo desempeñado en Baker era la extracción de madera, entregando un dato muy interesante: “…bajaban balsas de trozos de ciprés por el Baker.” Este antecedente es coherente con una fotografía que se ha presentado en este trabajo, donde se aprecian balsas de ciprés y castillos de estacones de la misma madera en el muelle de Bajo Pisagua.

A partir de los tres últimos testimonios es posible reconocer fragmentos del relato oral que conservó la historia de los obreros muertos en Baker y de aquellos que lograron sobrevivir y volver a su tierra para continuar la vida. Muchos otros fragmentos deben permanecer aún entre las antiguas familias de los sectores rurales ubicados entre San Juan y Castro (costa oriental de la isla grande de Chiloé) y también en isla Quinchao. Todos ellos podrán ser recuperados con un necesario y exhaustivo trabajo de recopilación testimonial. No importa que sea la tercera generación la que relate la historia oída a sus mayores, porque aunque de seguro los relatos presentarán diversos errores, omisiones y lagunas, entregarán información relevante para completar la historia de esta tragedia desde la perspectiva de los obreros que la sufrieron y que había presentado ecos aislados pero contundentes décadas atrás como se analizó anteriormente.

Enrique Cárdenas Cárcamo falleció el 27 de agosto de 1906, fue el obrero nº 27 en sucumbir a la tragedia, según la lista publicada en La Alianza Liberal de Puerto Montt el 11 de octubre de 1906. Los obreros de apellido Barría y Muñoz fueron varios y algunos regresaron a Chiloé, falleciendo al poco tiempo como recuerda la señora Sabina Barría.

Alejandrino y Santiago Díaz Mansilla salvaron sus vidas y regresaron a Chiloé, pero un vecino y futuro pariente que llegó agonizando a Dalcahue, falleció en la tarde del 2 de octubre de 1906. Era Juan Díaz Pérez, cuya hermana, Rosa Díaz Pérez se casó con Alejandrino Díaz diez años después, en 1916.

Mauricio Osorio Pefaur, Coyhaique. 2015




[1] www.isladelosmuertos.blogspot.com