10 junio 2013

“¿De verdad ése es el tal Von Flack?”. Una conversación póstuma y por partes con Baldo Araya Uribe (segunda parte)



Mauricio Osorio Pefaur
Antropólogo social

Esos primeros días de noviembre, fueron frenéticos para Von Flack. Realiza una serie de diligencias que le permitirán ir a tomar posesión de su hacienda y adelantar negocios a realizar en el territorio austral. De una parte, inscribió a su nombre tres marcas de fuego en la Sociedad Nacional de Agricultura. De otra, suscribió un contrato con la Sociedad Tres Valles en el que se comprometía justamente a tomar posesión a nombre de dicha empresa, de las tierras concesionadas a ésta y radicar a su costo al menos 30 colonos de raza sajona preferentemente –con lo que la Tres Valles podía comenzar a cumplir con las obligaciones contraídas con el Estado-. El contrato lo facultaba para cobrar arriendo a los colonos, pero también a los ocupantes que encontrara en el valle al momento de tomar posesión del área. Esta cláusula indica que la Sociedad Tres Valles tenía conocimiento de que la zona estaba habitada. Dicho arriendo debía verificarse en animales lanares.

¿Qué ganaba Von Flack? Nada más y nada menos que el 25% de cada arriendo que cobrara a los colonos introducidos y a los ocupantes establecidos en el valle y además 500 hectáreas libres para él, donde debía establecer a miembros de su familia, obteniendo de este modo la calidad de colono él mismo. Este contrato fue protocolizado por Darío Schiattino, gerente de la Sociedad Tres Valles, el 10 de noviembre de 1909 en la notaría Ábalos de Santiago. ¿Qué le parece don Baldo?

Todo parece indicar que los abusos que habría cometido junto a sus colaboradores, contra indígenas y chilenos (porque hay algunos chilenos que también decidieron volverse a territorio argentino debido al hostigamiento), sucedieron después de firmado el contrato con la Tres Valles. Dicho de otro modo, con papeles en mano fue al Valle Simpson, habló con los ocupantes y los conminó a pagar arriendo o abandonar el campo. Recordemos que su contrato decía que podía hacerse de 500 hectáreas y me imagino que habrá elegido las de mejor calidad para instalarse.

Ahora bien, es dable preguntarnos ¿cuál habrá sido realmente el trato con Lundberg, Brookes y otro sajón de apellido Richards que llevaban tiempo habitando en la zona? Supongamos: si los conoció antes de noviembre de 1909 y entabló amistad con ellos, tal vez les comunicó sus intenciones y arreglaron un negocio en base a lo que él contratara con la Tres Valles. Pero si los conoció después de firmado su contrato de colonización, tal vez los haya invitado a ser los primeros colonos de su gestión y acordado de este modo un canon de arriendo. E incluso podrían haber acordado que lo mejor era justamente desposeer a los ocupantes huilliche y chilenos, para quedarse con esos campos de gran calidad pastoril como afirma usted don Baldo.

A todo esto, ¿cuál es el origen de este hombre? Se ha repetido en todos los textos que era sueco. Pues bien, gracias a internet, logré dar con un libro de genealogía sueca, donde el apellido existe como Flach, y más que eso, pude hallar a la familia de Carlos y los datos sobre su nacimiento, 10 de julio de 1878. Su padre, un capitán del Ejército sueco; su madre, dueña de casa.

¿Sabe cómo se llamaba realmente? Un nombre bien largo la verdad: Carl-Philip Ferdinand Sigge Zelow Flach Stjernsvard. En ese registro hay incluso datos biográficos como que era Director del Cordillera Cattle Company, en Santiago de Chile; y que se había casado en julio de 1913 con Graciela García Huidobro Valdés, con lo que podemos corroborar por fin lo escrito en tono ambiguo por Humberto Ruiz en 1955 sobre su parentesco político con Alamiro Huidobro Valdés, quien fuese ministro de Colonización cuando lo del remate de tierras del lago Buenos Aires, allá por 1917. Eran cuñados.

Acerca de la existencia de un hermano, es efectiva. Se llamaba Rudolf Georg Zelow, era marino, pero “mercante”, tripulante del barco llamado Örnen, con puerto en Gotemburgo. Parece que eso de ser teniente de la armada sueca era una buena exageración de los Flach. Nada dice el registro del paso por Chile de Rodolfo, así que yo creo que de haber pasado, decidió volver rápidamente a Suecia. Carlos Flach tuvo otros tres hermanos.

Si se fija bien, en el nombre registrado en la genealogía sueca el término “von” no aparece asociado a ninguno de los dos apellidos de Carlos Felipe. Entonces, la adopción que hace de esta partícula de origen alemán y asociada en ciertos contextos a lo nobiliario, parece haber sido intencional en Flach, que la comienza a ocupar en Chile al suscribir el acta de remate de ganado de 1909. Quizás estimó oportuno usarla, dado que el origen de su clan era precisamente alemán y reconocido como de origen noble según Skottsberg (1911), pero además porque debe haberse dado cuenta que en los círculos sociales chilenos de la época producía admiración conocer gentes con aromas nobiliarios. Por otro lado el uso de la “k” final es una deformación cuyo rastro más antiguo lo encontré en el Acta de la Junta General Extraordinaria del directorio de la Tres Valles, fechada el 23 de diciembre de 1909. Luego, en algunos documentos del Ministerio de Colonización fechados a principios de 1914 también aparece y de ahí en adelante se repetirá en sucesivas citaciones de autores que han relatado la historia regional, usted y yo incluidos obviamente.in embargo, don Baldo, Pomar escribe correctamente el apellido Flach en su libro de 1923, por lo que se ve que conserva la denominación más común que observó en los documentos que debió revisar para su trabajo.
  
Ahora bien, estábamos en las andanzas de Flach -así lo escribiremos desde ahora- en el Simpson y por la misma época en el Baker. A fines de 1909, y con el acta de remate en la mano, las marcas debidamente inscritas, un contrato que lo investía de poder y autoridad como representante de los capitalistas de la Sociedad Tres Valles, emprende –según lo veo yo- el viaje al Áysen, presumiblemente por vía argentina ya que su residencia estaba en ese país.

Una vez en el Baker se tuvo que haber dedicado a rodear y contramarcar el ganado que remató, gran parte del cual llevaba más de un año pastando libremente en estepas y valles del área. El resto, muy probablemente ya había sido bagualeado y contramarcado por otros pobladores, de ambos lados del alambre, imagino.

Esta sola labor debe haberle llevado sus buenos meses de trabajo a Flach, sus trabajadores y hermano, como bien nos comenta usted don Baldo. Pero, al mismo tiempo, tendría que haber trabajado en la traída de colonos al Simpson, lo que al decir de algunos textos va logrando con rapidez durante los primeros meses de 1910, junto con la introducción de miles de cabezas de ganado ovino, provenientes al parecer del Baker. Hasta que en Mayo de ese mismo año, ocurre el famoso suceso del asalto que sufre a manos de una partida de bandoleros, el que denuncia a la prensa de Santiago, en telegrama firmado también por su hermano y Gustavo Arbeger.

Mil cabezas de ganado bovino, criadas en el Baker, caen en manos de los bandoleros acusan los afectados. Tema aparte, pero muy relacionado, ese asalto hecha por tierra un negocio que la Sociedad Tres Valles llevaba avanzado con el capitalista de Punta Arenas, Ernesto Hobbs y que consistía en ofrecerle una sustancial participación en la Compañía. Hobbs estaba bien interesado, a punto de enviar a un hombre de confianza para que evaluara en terreno las bondades y las complejidades de entrar en el negocio que se le ofrecía. Debido al asalto, todo quedó en nada.

(continuará)

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