18 septiembre 2009

Hoy vuelvo a la lluvia

Hoy vuelvo a la lluvia

paso del frío a la lluvia

voy del secano ancestro

a la lluvia austral de este pueblo.


Puerto que no es puerto.

dormita tranquilo su lejanía

recoge su propia lluvia

para bebérsela.


Hoy vuelvo a la lluvia

en Puerto Cisnes: nocturno y cansado

entro en un aroma costero inconfundible

que se viene arrastrando desde todos los fiordos.


Lo percibo entre las calles,

me entrega mis propios recuerdos

azumagados por el tiempo

recelosos ellos de olvido.

-Es el tepú- me dicen unos cisnenses

que parecen hechos de lluvia

por sus miradas transparentes

-Buena leña sabe, arde aunque esté mojada-


Como los corazones que laten Puerto Cisnes, pienso.

La lluvia continúa imperturbable sobre el paisaje.

Entre las casas se pueden oír conversaciones alentadas

son las cocinas ‘almadas’ del sur, me escucho

intento traducir frases, gestos tras las tejuelas

sólo la lluvia afina su melodía sobre mi cabeza.

13 septiembre 2009

Leo Poemas de Bolaño

Leo poemas de Bolaño
y la boca se me inunda de sangre
no entiendo mucho a Bolaño
menos entiendo esa especie de culpa
del sistema literario chileno
que le cultiva con velitas
(la sangre recorre mis dientes,
imagino que ellos luchan por no tornarse granates)

Leo poemas que no entiendo
dice la portada que son de Bolaño.
Ayer era Lihn el reverbero de la luz criolla
perfectos caballeros de la mejor poesía
o la peor, da lo mismo
la sangre jugaba con mi lengua
y yo jugaba con las imágenes cinéfilas
narrativa poética de Bolaño.
Eran las seis y cincuenta de la mañana apenas
estaba amaneciendo Coyhaique
la leve escarcha luchaba con el agua que ya corría
entre muchachas ambiguas simpáticas musas
ebrias amoratadas pero felices.

Leo aquel libro del grande contemporáneo y ya sé
que no podré terminarlo
que así se debe de leer la mejor literatura
dejándola tirada un tiempo
a la intemperie inundándose de pasto ovillo, bosta, rocío

La boca ya sabe a sangre cerca de las siete
visito México DF, Barcelona y ese Chile odioso
el sol en Coyhaique lamenta su utilería
es el fuego que no calienta –me digo-
entonces a la estufa un palo de la mejor Lenga patagona

El libro queda tirado entre los cojines del sillón
yo descargo mis primeros humores en el baño.

09 septiembre 2009

El Baker

Si le arrojo toscas negras

el Baker sólo me sonríe y se las traga.

Unos remolinos antiguos sobre su lomo turquesa

juegan a reflejar bosquetes.


Si camino a su lado, trato de emular

la calma

de su viaje hacia la sal.

El Baker se tiende ante la ambigüedad del cielo,

rumorea una historia rizada mientras

juguetea

con enormes troncos

que parecen palillos viejos

de una abuela que ya no teje,

pero sigue con la vista pegada a la ventana.

Afuera, el inexorable cambio de todo lo conocido.


Lágrimas alimentan al Baker entonces

lágrimas que ya no encuentran pañuelos bordados

que ya no encuentran consuelo bordado al agua

de río tranquilo


El gigante aniñado se retuerce

y arriba, ya no cóndores buscando la víscera

helicópteros sí, bajando el ojo experto

para posar la herida total

en el río niño

en el gigante río niño.