29 septiembre 2013

La Tragedia de Bajo Pisagua, río Baker, 1906



(artículo  para suplemento Letras de Aysén, septiembre 2013)
Mauricio Osorio Pefaur
Producciones Ñire Negro

Si uno dice o escribe “Isla de los Muertos”, la conexión es inmediata con el misterio que rodea un cementerio ubicado cerca de la desembocadura del río Baker, en la comuna de Tortel.

Si por el contrario, se habla o escribe de “Bajo Pisagua”, hay cierta confusión en quien escucha, en los que leen: ¿dónde es eso?, ¿tendrá relación con la isla de los muertos?, ¿se refiere a lo que pasó en 1931 o 1932?

Puerto Bajo Pisagua, existió como muelle, bodegas y oficinas, en la margen occidental de la desembocadura del río Baker. Fue bautizado así por la expedición de Hans Steffen en 1898, en honor al vapor Pisagua en el que se movilizaban y que varó en el sector.

La Compañía Explotadora del Baker, aprovechó las casas edificadas en 1900-1901 por la comisión de límites chilena, levantó otras y mejoró el muelle, con obreros chilotes. Iniciaba así sus operaciones en el sector concesionado a Juan Contardi en 1903 y traspasado a la Compañía al año siguiente, por intermedio de los hermanos Juan y Florencio Tornero.

Los trabajos de esta empresa ganadera se iniciaron probablemente en 1905. A fines de ese año contrató más de 200 trabajadores, la mayor parte originarios de Chiloé, y unos pocos de Puerto Montt. En un vapor los trasladó al Baker donde se desarrollarían faenas camineras, madereras y de construcción.

Una tragedia se desata en el invierno del año siguiente, época en la que no debía haber personas en el sector, pues las condiciones no permitían una estadía para un contingente tan numeroso. Un supuesto vapor debía retirarlos en junio de aquel año, pero no llegó ese mes ni en julio, ni en agosto. Los obreros habían sido abandonados.

Recién el 27 de septiembre de 1906, el vapor Araucanía, proveniente de Punta Arenas y en carrera hacia Puerto Montt, recoge a 157 personas sobreviviente de la tragedia, según afirmó después en escritura notarial, su capitán, Guillermo Titus.

El abandono de los obreros es la razón principal de la tragedia según los nuevos antecedentes que hemos hallado. Falta de alimento a causa de la prolongación forzosa de la estadía en el Baker, brote de escorbuto como consecuencia de la escasez de alimentos. Muerte de 59 trabajadores en el sector. Muerte de 8 más en el viaje de regreso a Chiloé. Un total de 67 personas. Es lo que algunos medios de prensa escritos de Puerto Montt y Chiloé informaron en septiembre y octubre de 1906.


Gracias a uno de estos periódicos, hoy podemos conocer los nombres de las 59 personas fallecidas en Baker, y devolverles el espacio que merecen en la historia. 

23 septiembre 2013

La Tragedia obrera de Bajo Pisagua, río Baker, 1906


A 107 años de lo sucedido, una interesante charla que combinará arte e historia, se realizará este viernes 27 de septiembre en Coyhaique.

Nuevos y desconocidos antecedentes hallados en el Archivo Nacional del país han impulsado al antropólogo Mauricio Osorio Pefaur a revisar en profundidad el contexto y la sucesión de acontecimientos que llevaron a la consumación de la tragedia obrera de Bajo Pisagua, en la desembocadura de río Baker, en el invierno de 1906. Allí murieron más de 50 trabajadores chilotes, los que fueron sepultados en lo que hoy conocemos como cementerio Isla de los Muertos, Monumento Nacional. Víctimas del abandono y la falta de alimentos, más de 200 trabajadores debieron soportar todo el invierno de 1906, la mayoría enfermos y muchos agonizantes. "La responsabilidad por este dramático desenlace correspondía a la Sociedad ganadera que contrató a estos trabajadores, pero al parecer no recibió sanción alguna", indica Osorio. 
A fines de septiembre los sobrevivientes fueron recogidos por el Vapor Araucanía que realizaba la carrera desde Punta Arenas con destino final Puerto Montt. 
"Los antecedentes que hemos encontrado, permiten avanzar en una nueva interpretación de los sucesos e incluso relacionarlos con otros hechos de la época que ocurrían en otras zonas del país. También logramos identificar a algunos de los implicados en la tragedia y reconstruir gran parte de lo sucedido ese fatídico invierno de 1906", afirma Osorio. "Estamos trabajando en un libro pues creemos que es muy importante que la comunidad regional y nacional conozca lo que allí realmente sucedió", agregó el investigador. 
Como parte del trabajo de difusión, la productora Ñire Negro de Coyhaique, ha organizado una serie de charlas abiertas a la comunidad que buscan dar a conocer el avance de esta investigación combinando recursos artísticos y aquellos propios de la divulgación científica. 
De este modo, el 27 de septiembre a las 19 hrs se realizará la primera de ellas en la Sede del Círculo de Hijos de Chiloé (calle Independencia 228), organización que auspicia la actividad en Coyhaique. La actividad contará con la participación del cantautor regional Richard Sepúlveda. 
El día 07 de octubre la charla será realizada en Caleta Tortel, contando con el apoyo de la Municipalidad de Tortel y la participación del Grupo Folklórico Tradicional de la Patagonia Raíces del Baker, de la misma localidad.
Se espera finalizar el año con una charla en Chiloé, para lo cual se están realizando las gestiones necesarias. 
Cabe mencionar que esta actividad cuenta con el patrocinio de la Sociedad de Historia y Geografía de Aysén.

15 septiembre 2013

Asenjo y Bate, concesionarios del Valle Simpson, antes habían pretendido el Baker



(Este texto forma parte del trabajo sobre la historia del valle Simpson desde fines del siglo XIX hasta los años treinta del siglo XX. Mauricio Osorio) 

Aquel año 1903, el gobierno de Riesco entregó afiebradamente, millones de hectáreas a particulares bajo la modalidad de permisos de ocupación como ya lo hemos explicado.
Antonio Asenjo y Alejandro Bate reciben bajo esta fórmula los valles de los ríos Palos, Blanco y Simpson, por Decreto es el 794 de 25 de junio de 1903, manuscrito y firmado por el ministro del momento, Máximo del Campo.[1]
Estos ciudadanos, elevaron la solicitud por dichos terrenos, cuya recepción en el Ministerio ocurrió durante la tercera semana de junio de 1903. El día 20, el secretario del ministro despacha la petición al Inspector General de Tierras y Colonización[2], quien evacúa un brevísimo informe el día 24, aprobando la entrega de las tierras solicitadas por Asenjo y Bate “en virtud de las razones que ha tenido ocasión de esponer a usted en solicitudes análogas de don Luis Aguirre, don José Campelo i otras, que han merecido la aprobacion de U.S. Sería conveniente que se dejara constancia en la concesion que las familias [de colonos a introducir] sean de raza sajona.”
Como se aprecia, la tramitación de esta solicitud demoró exactamente 5 días.
Asenjo y Bate elevaron su petición en la siguiente forma:

Exmo. Señor:

Antonio Asenjo y Alejandro Bate a V.E. respetuosamente decimos:

Que conocedores de la Zona Sur, hemos pensado en establecer industrias que sean beneficiosas para el progreso del país i con el objeto de obtener las utilidades provenientes de los negocios que implantemos i de los dineros que tendremos necesidad de invertir.
Al efecto, desde luego solicitamos de V.E. el uso por veinte años de los siguientes terrenos vacantes situados a inmediaciones del rio Aysen: los valles Blanco, Palos i Simpson.
En compensacion de esta concesion ofrecemos:
1º. Dejar mejoras a favor del Estado hasta por la suma de $ 40.000.
2°. Establecer en los dichos terrenos 30 familias de colonos estranjeros.
3°. Establecer una linea de navegacion hasta Puerto Montt, con un viaje bimestral.
4°. Dar fianza suficiente para garantir el fiel cumplimiento de las obligaciones que contraemos.
La concesion se sujetaria a todas las disposiciones vijentes que rigen la materia.
En consecuencia
A V.E. suplicamos se sirva concedernos el uso por veinte años de dichos terrenos en la forma i condiciones ántes indicadas.
Debo hacer presente a V.E. que con anterioridad habiamos presentado una solicitud análoga a esta, respecto a los terrenos situados en las márjenes del rio Backer, i que no ha sido despachada probablemente porque dicho terreno habia sido pedido por otros con anterioridad.
Respecto a los valles que indico en esta solicitud no hai ninguna peticion.

El documento transcrito tiene algunos elementos de gran relevancia para comprender el contexto en el que se realizaron las concesiones de tierra en Aysén. Es un texto breve, sucinto, que se muestra más bien como un trámite formal necesario para efectos de la tramitación burocrática, pero cuya base debe haber sido una negociación o acuerdo verbal previo, acaecido con gran probabilidad en los despachos del mismo ministerio o incluso en aquellos sitios donde los especuladores se reunían para analizar nuevos negocios, oportunidades y aventuras financieras, esos espacios eran el Club de la Unión, y el Club Hípico, ambos de Santiago y xxx en Valparaíso.
Asenjo y Bate argumentan que desean establecer un negocio que beneficiará al país. Este fundamento fue utilizado por todos los solicitantes, indicaban que sus fines de base eran contribuir al crecimiento de la nación. Luego los solicitantes que analizamos, afirman que buscan generar ganancias para ellos a través de los negocios que surgirán desde la concesión y del dinero que deberán invertir. Aquí observamos dos instancias de generación de riqueza: la proyección de utilidades sobre la base de los productos que la actividad empresarial debiera generar en los terrenos concedidos y la proyección de renta sobre el dinero que se maneje en el negocio.
En el segundo párrafo los peticionarios usan el término “vacante” para describir la situación de los terrenos que están pidiendo. Esta vacancia debió ser conocida por medio de consultas a los funcionarios de la Inspección general de tierras, o directamente por conversaciones sostenidas con los otros peticionarios. Recordemos que todo este grupo de especuladores debió conocerse entre sí, o tener noticias unos de otros a través de intermediarios. De este modo podían saber quienes estaban pidiendo qué zonas.
La solicitud de Asenjo y Bate replica el modelo aplicado por anteriores solicitantes: se piden zonas que se asegura conocer, y se establecen las condiciones en que se debiese otorgar la concesión. Aquello sugiere más bien que estos solicitantes definían a su entero arbitrio las condiciones que estaban dispuestos a aceptar, es decir que eran ellos quienes decidían los términos de la futura concesión. Esta solicitud como las otras así parecen indicarlo, sin embargo, creemos que las condiciones debieron haber sido previamente acordadas, también de modo verbal, con los funcionarios de Colonización.
Lo cierto es que resulta sorprendente leer solicitudes donde se le indica al Estado cómo proceder y más sorprendente que ese Estado proceda justamente como se le pide. Saber que la única sugerencia de parte del funcionario de colonización para la redacción del Decreto de concesión sea que los colonos a introducir sean “sajones”, hace más lamentable la situación.
Pero en la solicitud hay aún otro elemento que viene a dar un nuevo argumento para sostener nuestra hipótesis sobre la existencia de una red de relaciones entre los distintos peticionarios que finalizaron el año 1903 con la totalidad del territorio aysenino a su haber.
Asenjo y Bate advierten al Ministro que habían hecho una solicitud anterior sobre terrenos en el río Baker. Este dato, además de ser totalmente desconocido en la historiografía regional, esboza un cuadro de época no imaginado todavía: una carrera por peticionar las tierras recientemente incorporadas al patrimonio territorial chileno, carrera que no necesariamente oponía en bandos irreconciliables a poderosos inversores del centro del país por un lado y de Magallanes por otro. Más bien era una “carrera marcada”, donde los poderosos utilizaron todos los espacios posibles para hacerse de las tierras del Aysen y luego negociar la formación de sociedades anónimas que les permitieran explotar esas regiones.
¿Cuándo entonces, Asenjo y Bate solicitaron terrenos en el Baker? Pues a principios del mismo año 1903. El 10 de febrero ingresaba la solicitud originaria de ambos ciudadanos. Su texto, de gran interés por lo extenso y detallado, no es materia de este trabajo. Sin embargo diremos que, Asenjo y Bate debieron haberse enterado rápidamente que existían dos peticiones anteriores sobre la misma área en que habían puesto su interés, a saber la de un señor Leiva[3] y la de Juan Bautista Contardi, ingresada al Ministerio el 18 de diciembre de 1902 (Osorio 2013c).
De este modo, los solicitantes no persisten en esta solicitud y, bien informados por los mismos funcionarios del ministerio, cambian la ubicación de la solicitud a los terrenos adyacentes de los que Luis Aguirre había pedido a principios de aquel mismo 1903, sobre los cuales “…no hai ninguna peticion.”, como se cuidan de afirmar al final de su solicitud.


[1] Máximo del Campo integró el sexto gabinete ministerial del gobierno de Riesco, gabinete que sólo consideró su inclusión como ministro de Relaciones Exteriores, Culto y Colonización, conservando en sus cargos a todos los restantes ministros del quinto gabinete (Castedo 1999)
[2] Providencia N° 565, del 20 de junio de 1903. Ese día fue sábado.
[3] Petición de la que no hemos podido obtener ningún dato.