Uno se pone el sombrero
sale a la calle y piensa
en la felicidad que no encuentra.
Una muchacha le sonríe afuera,
el mocoso de la esquina le lanza un garabato divertido
y uno sigue con la mente distraída en la felicidad
a la que no llega.
Un perro marca el cerezo de la plaza,
la pareja de la cuadra se besa en los columpios.
Y la tarde alza una brisa suave
mientras uno pierde la memoria.
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