16 abril 2014

La tragedia obrera que azotó Bajo Pisagua en 1906, dejó 59 obreros sepultados en una isla sobre el delta del río Baker

Mauricio Osorio Pefaur

El 11 de octubre de 1906, exactamente un mes después de la primera información que diera a conocer a la opinión pública de Puerto Montt, el periódico La Alianza Liberal, publicó nuevamente en primera página más información, esta vez de mayor dramatismo si así podemos referirnos a los nuevos antecedentes que dio a conocer, exigiendo al gobierno un pronunciamiento, a las autoridades judiciales la aplicación de la ley y publicando la lista completa de los fallecidos y sepultados en Bajo Pisagua. Cincuenta y nueve nombres con primer apellido y la fecha exacta de defunción, publicados en aquel periódico de Puerto Montt, único medio que se atrevió a denunciar lo sucedido y a exigir justicia.
La lista de muertos resulta verídica. En ella figura el único nombre que aún se conserva en una de las cruces de la actual Isla de los Muertos: Melchor Navarro, fallecido el 02 de agosto de 1906. En ella figura también Casimiro Soto, nombre aportado por el señor Emilio Zúñiga, sobreviviente entrevistado muchos años después por Antonio Soto en Chiloé y cuyo testimonio fue reproducido por Danka Ivanoff en la segunda edición de su libro Caleta Tortel y su Isla de los Muertos (2003). En esa lista también está Enrique Cárdenas, abuelo de Orlando Cárdenas, vecino de Castro que ha podido reencontrarse hoy con aquel antepasado que una vez salió de Putemún con su hacha y nunca más volvió. Allí hay 56 nombres más que esperan justicia y memoria.
Cómo obtuvo esta lista el periódico, es una pregunta sin respuesta aún. Tal vez fue la lista que el administrador de la faena de Bajo Pisagua, señor Williams Norris entregó a las autoridades en Chiloé. Tal vez fue una lista elaborada por algunos trabajadores, ya que a juzgar por lo mencionado en el periódico en su edición del 9 de octubre, muchos de ellos mantenían bitácoras personales, en las que anotaban ciertos hechos, los trabajos realizados, lo que se les adeudaba, tal vez cartas a sus familiares.
El sábado 13 de octubre, La Alianza Liberal insistía sobre los sucesos del Baker con nueva información obtenida desde el periódico ancuditano, La Justicia. Se trataba de la protesta hecha por Guillermo Titus, capitán del vapor Araucanía, ante el notario de Ancud, con el objeto de justificar su accionar y las decisiones que se vio obligado a tomar en atención a la situación que se le presentó con el traslado de los sobrevivientes del Baker. Dicha embarcación se había visto en la urgencia de rescatar a gran número de trabajadores desde la faena de Bajo Pisagua el día 26 de septiembre, cuando navegaba por el canal Messier pocas millas antes de salir al Golfo de Penas. En el islote donde se ubicaba una pequeña caleta de resguardo y espera cuyo nombre es Caleta Hale, había unos pocos trabajadores atentos a la pasada de alguna embarcación y cuando vieron el vapor solicitaron su ayuda para recoger a los sobrevivientes. Titus embarcó a los enfermos y a los que aún se sostenían en pie y continuó su viaje a Chiloé. En el Araucanía fallecieron seis u ocho trabajadores más.
La protesta notarial del marino mercante se justificaba porque se había visto obligado a recalar en dos puertos menores del archipiélago de Chiloé, primero en Achao, donde desembarcaron trabajadores de la isla Quinchao. Luego en Dalcahue, donde desembarcó la mayor parte de los obreros. Los que llegaron fallecidos fueron también desembarcados. El capitán no quería ser acusado de contrabando o de alguna otra falta a las normativas marineras. 

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