Mauricio
Osorio Pefaur
El 11 de
octubre de 1906, exactamente un mes después de la primera información que diera
a conocer a la opinión pública de Puerto Montt, el periódico La Alianza
Liberal, publicó nuevamente en primera página más información, esta vez de
mayor dramatismo si así podemos referirnos a los nuevos antecedentes que dio a
conocer, exigiendo al gobierno un pronunciamiento, a las autoridades judiciales
la aplicación de la ley y publicando la lista completa de los fallecidos y
sepultados en Bajo Pisagua. Cincuenta y nueve nombres con primer apellido y la
fecha exacta de defunción, publicados en aquel periódico de Puerto Montt, único
medio que se atrevió a denunciar lo sucedido y a exigir justicia.
La lista de
muertos resulta verídica. En ella figura el único nombre que aún se conserva en
una de las cruces de la actual Isla de los Muertos: Melchor Navarro, fallecido
el 02 de agosto de 1906. En ella figura también Casimiro Soto, nombre aportado
por el señor Emilio Zúñiga, sobreviviente entrevistado muchos años después por
Antonio Soto en Chiloé y cuyo testimonio fue reproducido por Danka Ivanoff en
la segunda edición de su libro Caleta Tortel y su Isla de los Muertos (2003). En
esa lista también está Enrique Cárdenas, abuelo de Orlando Cárdenas, vecino de
Castro que ha podido reencontrarse hoy con aquel antepasado que una vez salió
de Putemún con su hacha y nunca más volvió. Allí hay 56 nombres más que esperan
justicia y memoria.
Cómo obtuvo
esta lista el periódico, es una pregunta sin respuesta aún. Tal vez fue la
lista que el administrador de la faena de Bajo Pisagua, señor Williams Norris
entregó a las autoridades en Chiloé. Tal vez fue una lista elaborada por algunos
trabajadores, ya que a juzgar por lo mencionado en el periódico en su edición
del 9 de octubre, muchos de ellos mantenían bitácoras personales, en las que anotaban
ciertos hechos, los trabajos realizados, lo que se les adeudaba, tal vez cartas
a sus familiares.
El sábado 13
de octubre, La Alianza Liberal insistía sobre los sucesos del Baker con nueva
información obtenida desde el periódico ancuditano, La Justicia. Se trataba de la protesta hecha por Guillermo Titus,
capitán del vapor Araucanía, ante el notario de Ancud, con el objeto de
justificar su accionar y las decisiones que se vio obligado a tomar en atención
a la situación que se le presentó con el traslado de los sobrevivientes del
Baker. Dicha embarcación se había visto en la urgencia de rescatar a gran
número de trabajadores desde la faena de Bajo Pisagua el día 26 de septiembre,
cuando navegaba por el canal Messier pocas millas antes de salir al Golfo de
Penas. En el islote donde se ubicaba una pequeña caleta de resguardo y espera
cuyo nombre es Caleta Hale, había unos pocos trabajadores atentos a la pasada
de alguna embarcación y cuando vieron el vapor solicitaron su ayuda para
recoger a los sobrevivientes. Titus embarcó a los enfermos y a los que aún se
sostenían en pie y continuó su viaje a Chiloé. En el Araucanía fallecieron seis
u ocho trabajadores más.
La protesta
notarial del marino mercante se justificaba porque se había visto obligado a recalar
en dos puertos menores del archipiélago de Chiloé, primero en Achao, donde
desembarcaron trabajadores de la isla Quinchao. Luego en Dalcahue, donde
desembarcó la mayor parte de los obreros. Los que llegaron fallecidos fueron
también desembarcados. El capitán no quería ser acusado de contrabando o de
alguna otra falta a las normativas marineras.