Hoy sucumbía el obrero Antonio Barrientos, edad desconocida. Era el número 19. El que había muerto el día 14 se llamaba Juan de Dios Ruiz.
Cada uno sepultado en un ataúd de madera de ciprés, como el que los arqueólogos hallaron en 1998, durante la excavación que realizaron bajo la lluvia interminable de la desembocadura del Baker. Aquella vez, encontraron dos piezas dentales y un par de botones de porcelana. Pero un ataúd de factura rústica y respetuosa con el ritual mortuorio.
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