29 marzo 2014

Algo anda mal con un enganche de trabajadores a la zona del Baker. Los primeros antecedentes de una tragedia obrera en Patagonia Occidental, 1906.

El martes 11 de septiembre de 1906, la redacción de periódico “La Alianza Liberal” de la ciudad de Puerto Montt, publicó en su primera página una crónica en tono de reclamo bajo el título “Asunto Baker”. Los lectores pudieron de este modo enterarse sobre el abandono en que se encontraba un considerable número de trabajadores chilotes, además de algunos oriundos de Puerto Montt, que habían sido contratados por la denominada “Cía. Esplotadora de Baker” meses antes, para realizar faenas en la región del río Baker.

La crónica resultaba inquietante. Se acusaba a la compañía en primer término de cesar unilateralmente el pago de la “mesada” a las familias de los trabajadores puertomontinos que había contratado. Dicho pago había sido pedido por ellos mismos, para dejar a sus familias con un ingreso seguro antes de emprender el viaje al Baker y durante su ausencia de a lo menos seis meses, según se acostumbraba en aquella época. De este modo, los obreros aseguraban que el precario ingreso por su trabajo se concretara sobre sus familias y no sobre ellos, que en un sitio tan lejano nada podían hacer con el dinero.

La cesación de pago preocupó a las familias, que de inmediato pensaron en el cese de los trabajos y el despido sin más de los obreros. Pero más preocupante aún era la situación en la que se encontrarían éstos en la región del Baker. Esta inquietud fue hecha llegar al periódico y éste la transmitía a sus lectores, preguntándose si los obreros tendrían alimentos suficientes, si tendrían médico o “botica” para atender sus enfermedades. Nada se sabía de ellos, por lo que el periódico especulaba sobre el abandono en que los habría dejado la empresa en el sitio de faena. El redactor de la nota se pregunta al respecto: “¿O están simplemente abandonados en el campo como los (sic) reses de la Sociedad?

La crónica fue más allá y exigió la intervención del gobierno para obligar a la compañía a “cumplir sus obligaciones i sus deberes humanitarios”.

Este perturbador texto continúa informando que el Gobernador de Achao había telegrafiado al Intendente de Llanquihue, denunciando la situación y éste a su vez lo comunicó al Ministro del Interior. Por su parte, el Gobernador de Quinchao, había afirmado que pasaban de doscientos los trabajadores abandonados en Baker.

La nota cerraba dando a conocer los nombres de los trabajadores puertomontinos contratados: Luis Paredes, Jacinto Vidal, José Rojel, Lizandro Alvarado, José Baldomero Covasich, Juan Pio Loaiza y Francisco Garai. Todos los demás, afirmaba el periódico eran de Achao y alrededores.


La voz de alarma había sido dada. Había trabajadores abandonados en los canales australes. Sólo se indicaba que se trataba de la “región del Baker”. Una región en extremo lejana, fuera del derrotero normal entre Puerto Montt o Chiloé con Punta Arenas. Una región marginal por tanto. Sector que a duras penas se estaba incorporando al circuito comercial de los canales.

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