La historiografía clásica de
la región de Aysén ha sostenido como una máxima que el poblamiento espontáneo
del territorio continental protagonizado por familias chilenas provenientes del
centro sur del país vía Argentina, funda el desarrollo histórico social de la
comunidad regional (Araya 1979; Ivanoff 1997, 2002; Martinic 2007; Osorio
2007). Esta afirmación, correcta en cuanto a reconocer un movimiento migratorio
paulatino de familias –unidas por lazos de parentesco, amistad y laborales en
su mayor parte- que se asientan en terrenos no incorporados totalmente a la
vida nacional, resulta incorrecta a nuestro juicio en dos importantes aspectos:
el primero se refiere a la invisibilización de las dinámicas socioculturales en
el amplio espacio litoral. El segundo dice relación con la invisibilización de
la presencia indígena en el espacio que le corresponde a Aysén en Patagonia
Continental.
Lo anterior supone de entrada
sostener como hipótesis que había presencia de familias y/o grupos cuyo origen
sería tehuelche, mapuche-huilliche, chono y kawesqar. El problema para probar o
incluso refutar esta hipótesis no es menor, pues son escasos los datos que
existen para analizar la situación demográfica de fines del siglo XIX y
principios del XX.
Sin embargo, pienso que pudo
haber familias de origen mapuche huilliche y tehuelche en la zona continental y
de origen chono y kawesqar en el litoral, que mantuvieron áreas se asentamiento
y movilidad hasta bien entrado el tercer decenio del siglo pasado, permitiendo
de este modo la continuidad de diversos aspectos de sus modos de vida y
asimilando muchos otros del modo de vida occidental que comenzaba a instalarse
en dichas zonas.
Una importante consecuencia de
este proceso se puede observar en la sociedad aysenina que se conformaba hacia
esa época, sobre todo en las áreas rurales del territorio, recogió esta matriz
cultural sincrética, pero además cobijó de alguna manera a estas familias
representantes de un modo de vida -diferente en muchos aspectos al criollo
occidental-, en la extensión de la Patagonia aisenina, territorio que a su vez
estaba recién emergiendo como unidad geográfica. Lo anterior ha posibilitado
que en nuestros días y no sin dificultades, sea posible atisbar una presencia
indígena anterior a la colonización particular y a las grandes estancias
ganaderas, situación que nos invita a repensar la configuración cultural en el Aysén
inicial y con ello aportar a la discusión sobre las bases culturales del actual
proceso de etnificación que se observa en la región.
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