17 enero 2012

Libros, librerías, ¿lectores?

A propósito del cierre de ayer,errado por cierto, escribo estas líneas. Errado porque ya hay un libro de la colección en el mercado librero de Coyhaique. Se trata de HIJO DE JUANA Y JOSÉ, una gruesa obra poética de Miguel Peña Araneda (ya fallecido). Todos destacan la enorme cantidad de versos que tiene la obra: más de 16.000. Yo prefiero destacar la sencillez del autor para lograr con genialidad, contarnos una historia popular que abarca un siglo y más de vida cotidiana en el espacio patagónico. El lector paseará por diversos escenarios y acompañará al protagonista en su migración por el sur argentino, hasta entrar en el Aysen y radicarse definitivamente contribuyendo con otras familias a formar ese primer frente de asentamiento colonizador de principios del s. XX.
Totalmente recomendada.

Pero, ¿hay lectores para tanto libro regional? Parece ser que no. La producción literaria durante 2010 y 2011 ha sido grande, pero esto es inversamente proporcional a la generación de lectores. Como una cantinela institucionalizada repito también: debemos fomentar todos los días la lectura, leyendo nosotros y entusiasmando a nuestros hijos e hijas.
Sí, suena a cantinela. ¡Qué importa si la gente es floja y no quiere leer simplemente! Qué importa, que esa flojera se traduzca en ignorancia, limitación comprensiva, incapacidad para ejercer un derecho como es informarse. Total, el analfabetismo por desuso es funcional al sistema neoliberal que hemos acogido con tanto cariño...

La verdad es que importa y mucho. Lea, haga el esfuerzo, lea el diario, el cartel pegado en el paseo, la publicidad completa, incluyendo la letra chica, libros regionales, extranjeros, lea en otro idioma aunque no entienda nada. Lea las etiquetas de su ropa, lea las instrucciones del último artefacto que compró para la casa, lea.

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