02 abril 2017

Aclaraciones a columna de Gustavo Cirelli en Tiempo Argentino, 25-03-17

Señor Director:

Le escribo con el fin de plantear aclaraciones a su columna del día 25 de marzo recién pasado titulada "La Isla de los Muertos". Estas aclaraciones no dicen relación con el fondo de su reflexión, orientada a destacar la sangre que tiñe las manos de los iniciadores del clan Braun, presente hoy en negocios de Argentina y Chile.  Debo manifestarle que ha elegido un caso equivocado para dicho objetivo y en ello me ha involucrado al citar mi libro "La Tragedia obrera de Bajo Pisagua. Río Baker, 1906. Origen del cementerio Isla de los Muertos, comuna de Tortel" (Ñire Negro Ediciones, 2015. 2ª Edición 2016).
Un caso equivocado, porque en mi trabajo planteo que son otros los oligarcas responsables del abandono y posterior muerte de los obreros chilotes, encabezados por el señor Julio Subercaseaux Browne, relacionado con las altas esferas gubernativas de la época en que estos ignominiosos hechos ocurrieron. Mauricio Braun no formó parte de la Compañía Explotadora del Baker, ni cuando esta se fundó en 1904, ni cuando publicó su lista de accionistas actualizada el año 1906. Estos antecedentes los publico en mi libro. Al argumentar que otros oligarcas son los responsables de la tragedia, mi enfoque sigue siendo el denunciarles y denunciar también al Estado chileno que nada hizo por ser sus funcionarios cercanos a los dueños de la empresa. Efectivamente cito en mi libro aquel telegrama cómplice del ministro del interior que deslinda responsabilidad en los sucesos por tratarse de una relación entre "particulares". Sin embargo, debo dejar establecido que critico con argumentos y fuentes, la participación directa en este negocio de los Braun y con ello discuto la tesis del historiador chileno Mateo Martinic que otorga protagonismo absoluto a dicho personaje en aquella empresa ganadera.Si alguna participación tuvo Braun, ésta fue indirecta, puesto que su empresa naviera, Braun y Blanchard, era la propietaria del vapor que a fines de septiembre de 1906, rescató a los trabajadores sobrevivientes, y que usted menciona correctamente: el Araucanía. Indirecta porque probablemente supo de la tragedia, de los muertos y de la situación con que se encontraría el vapor al llegar al Baker, y lo calló a conveniencia, para no verse involucrado en alguna eventual indagación sumaria o judicial.Por otra parte, señor director, debo manifestarle que respecto a la tragedia misma, no se produjeron muertes como usted las relata en su columna y cito: "La muerte se llevó a siete en un amanecer gris. A otros 28, un mismo día. Los que aún mantenían una bocanada de fortaleza sepultaron a compañeros en cajones hechos con madera de ciprés. Los enterraron en una pequeña isla. A cada uno con su cruz. Tumbas anónimas." Este texto ha sido extraído de una de tantas crónicas escritas y reescritas a partir de otras muchas, todas sin la menor indagación histórica que las sustente.
En el libro publiqué la lista de los obreros muertos en Baker, lista que encontré publicada en el periódico chileno La Alianza Liberal en la edición del 11 de octubre de 1906. Esa lista que consigna 59 nombres, me permitió conprobar que las muertes ocurrieron en un periodo de tiempo que va desde el 7 de julio al 26 de septiembre de dicho año. Y ninguno de esos días se contabilizaron 28 muertes, ni siquiera 7 como indica su columna. El día que más trabajadores murieron, fueron 4 los fallecidos.
La lista que le comento también nos ha permitido hoy reivindicar la memoria de los obreros fallecidos y dejar así de tratarlos como anónimos. Hoy existe un memorial con los nombres de los obreros junto al cementerio mismo.
Por último, planteo que en la Isla de los Muertos sólo fueron sepultados 33 obreros, y que los otros 26 habrían sido inhumados en un sitio más cercano al campamento donde murieron. Sitio que hasta el presente desconocemos.
Esta hipótesis me ha permitido derivar una reflexión en torno a que el río Baker no es culpable de socavar el cementerio de Isla de los Muertos, pues éste siempre ha tenido las cruces que hoy podemos ver entre la vegetación.
Es cierto, hay responsables que no fueron juzgados ni condenados, pero fueron otros: Julio Subercaseaux, Florencio Tornero y Julio Vicuña Subercaseaux entre los principales. Terratenientes y oligarcas de Santiago y Valparaíso que zafaron de su responsabilidad, porque tenían redes, amistades, personas serviles, que propiciaron la invisibilización de esta tragedia.
Finalmente le invito a leer mi libro, esperamos que sea parte de la muestra de literatura chilena en la próxima Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. Y también podemos ver la forma de enviar ejemplares a quienes se muestren interesados en conocer esta historia, una tragedia más cuyas víctimas fueron obreros.
Cordiales saludos desde Coyhaique, región de Aysén.
Mauricio Osorio Pefaur
Antropólogo social

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