En estas
tierras hubo resortes vegetales
que
estiraron sus nutrientes bajo una tierra socarrada
más y más
después del bosque ardido.
Entre la
campesinada que le aró su poblamiento
estas
huebras se abrieron para crecer
trigos,
cebadas, papales coloreados.
Y sin embargo, la hocicada promesa
clamó por
pastales bravíos, verdes estivales
o bañados en un oro níveo.
Todo aquello incendió a su vez las
semillas
dejando al desamparo el hambre
necesaria
y sin errar cálculo
¡Hubrá tierras!
Tierras que alimenten la Patagonia toda
de la mano de estos nuevos climas,
que persuaden la semilla en el austral
desierto,
dejando tantos nortes llorar quebrados
hasta la seca lejanía.
¡Hubrá agriaculturas
entre las escarchas pobladoras!
Que encaucen las mesas del futuro
Agriaculturas prodigando resortes
vegetales
de génicos traspuestos, estériles
de una sola floreada comida
Si así se nos quiere acariciar la
respirada
diaria, invoco nuevos ardores en la
tierra
que limpien a partícula completa y
retornen
la génica verdadera,
la del zapallo-sol,
la papalma nutritiva,
el lechugal abierto y dichoso
luceros dispuestos a las
mesas de hijas, nietos, abuelos nuevos.
Santiago, 24 de febrero 2015