11 marzo 2012

Breve reseña histórica de los movimientos por el desarrollo de Aysén

Mauricio Osorio Pefaur
Antropólogo social
(leído en Seminario organizado por CODESA para celebrar sus 20 años como ONG de desarrollo en la región de Aysén, 2010)

Cuando recibí la invitación de Patricio Segura, actual presidente de la Corporación CODESA, (de la que soy socio desde 2003) para elaborar una presentación sobre la historia de los movimientos ciudadanos por el desarrollo regional, acepté entusiasmado lo que se visualizaba como un interesante desafío.

¡Ahora que estoy trabajando en esta reseña, me doy cuenta de lo difícil que resulta la tarea!

  • Difícil en primer lugar, porque el concepto mismo de ciudadano/a tiene diversas interpretaciones, que harían necesario un escrito especial para analizar su aplicación en nuestra región.

  • En segundo término porque no se ha hecho un trabajo historiográfico sobre los movimientos sociales que han surgido y participado de la construcción de la sociedad aysenina. Si ese trabajo existe y no lo conocemos, pedimos a sus autores que lo difundan prontamente.

  • En tercer lugar porque hablar de movimiento social supone una sociedad dinámica, conciente de sus capacidades para intervenir en los procesos socioculturales que van modelando el devenir de esa misma sociedad. Sumado a ello, la misma historia regional ha contribuido a dificultar una comprensión del desarrollo social y económico desde la perspectiva de la ciudadanía, debido a que ha primado un enfoque que describe y explica el desarrollo regional a partir de la intervención del Estado y las grandes empresas económicas como “pensadores” y motores de dicho desarrollo.

Las dificultades mencionadas nos obligan entonces a plantear esta reseña como un avance preliminar y lleno de baches o vacíos de información. Valga esta advertencia como una invitación a todos quienes se interesan por investigar el devenir histórico social de nuestra región.

El desarrollo de un territorio, tal como en general se lo entiende en la actualidad, implica una mejora progresiva de las condiciones generales de vida de la población que lo habita, haciendo uso de los recursos naturales, las capacidades socioproductivas y la normativa o regulación que sus miembros se han dado o aceptan les de el Estado al que pertenece el territorio.

Ahora bien, cuáles son las condiciones generales de vida que deben mejorar y qué mecanismos o procesos permitirían lograr esa mejora aparecen como dos interrogantes que marcan los modelos de desarrollo que una sociedad define para si misma o debe aceptar cuando proviene de la entidad supralocal que la administra.

Para el caso de la región de Aysén estas interrogantes (sumadas por supuesto a muchas otras) han sido claves al momento de instituir procesos de desarrollo y sostenerlos en el tiempo. La historiografía nos ha entregado elementos para comprender que la región ha sido un área marginal para el país y también para el área patagónica binacional. Esta condición de margen, la ha dejado a merced de dinámicas de dependencia antes que de autonomía y autogestión de su desarrollo, pese a que en el principio del poblamiento, hubo necesidad de organizar procesos de este tipo con el fin de generar las condiciones básicas de subsistencia.

Los habitantes de Aysén han intentado responder por medio de diversas estrategias sociales, políticas y culturales, buscando no tanto la autonomía definitiva –tal vez porque no había tenido, ni tiene ahora recursos naturales bajo control regional que les permitan negociar accesos y distribución de la riqueza real o potencial- sino más bien un lugar digno y visible en el concierto económico social de la nación.

Dichas estrategias aparecen como avances y retrocesos de un movimiento ciudadano regional o regionalista[1], que no ha logrado aún consolidarse.

Los colonos libres de Aysén Continental: primeros atisbos de un movimiento por el desarrollo regional

Al releer el relato historiográfico de la región podemos darnos cuenta que el movimiento colonizador protagonizado por las familias chilenas que comienzan a llegar a inicios del siglo pasado permitirá el surgimiento de una primera propuesta de desarrollo desde la comunidad pobladora, propuesta que será pensada y divulgada por varios pobladores del valle Simpson, a partir de 1913 tanto en la prensa de Puerto Montt como directamente a las autoridades nacionales mediante oficios y solicitudes.

Aquellos primeros pobladores, habitantes reflexivos y visionarios, no desconocían la abundancia de recursos naturales existentes en el territorio, es más la consideraban como base para un poblamiento amplio y orientado a familias chilenas que quisieran surgir mediante su trabajo y esfuerzo. Del mismo modo, estos pobladores consideraban que las grandes explotaciones ganaderas, ejemplos de un modelo de desarrollo exclusivamente economicista, del que unos pocos se beneficiaban, no debía seguir siendo apoyado por el Estado. Muchas fueron las cartas escritas a las autoridades solicitando apoyo para las pequeñas explotaciones ganaderas, forestales, agrícolas o mixtas que probaban suerte en los valles Simpson y el lago Buenos Aires (actual general Carrera). Pienso por ejemplo, en la solicitud de Sebastián Montilla para emprender una explotación forestal en la ribera norte del lago Buenos Aires, hacia 1915. O las solicitudes de reconocimiento del empeño poblador que surgieron desde ambos territorios entre 1914 y 198. Escasas y casi siempre violentas las respuestas que recibieron.

Hacia 1920, el Ingeniero José Pomar reconocía que el mejor modelo de poblamiento y desarrollo para el territorio era el de la colonización particular como la denominó, pues aseguraba que cada familia propietaria trabajara su predio y con el apoyo estatal (caminos, puertos, administración) para sacar sus productos al comercio nacional, se aseguraba la incorporación del área a la vida política, económica y cultural de la nación. Y hacia esa opción de desarrollo del área se orientaron sus sugerencias a las autoridades de la época.

Esta propuesta de desarrollo levantada por los pobladores mencionados, se plasmó por ejemplo en la fundación de un poblado, Balmaceda, el que debería convertirse en el tiempo en centro dinamizador del territorio.

Sabemos que otra fue la historia, pues tanto el Estado como la misma Compañía Ganadera que explotaba vastas zonas de la cuenca del río Aysén, orientaron el surgimiento de los poblados de Puerto Aysén y Coyhaique, manteniendo el control de las dinámicas sociales y productivas de la época.

Paralelamente otras zonas del extenso Aysén, se iban poblando lentamente y en ellas se reproducían los mismos conflictos y limitaciones al poblamiento particular.

Llega el Estado: se crea la Provincia de Aysén

Con la instalación efectiva y definitiva del Estado nacional en el territorio hacia la década del treinta del siglo pasado, las dos principales localidades vivirán el primer gran cambio en la dinámica social, económica y cultural: comienza a llegar y quedarse un contingente de personas y familias cuya experiencia de vida en el Chile en desarrollo intentará ser replicada en estas tierras aisladas.

Aquello que los primeros pobladores demandaban, la presencia del Estado, la creación de una provincia independiente dados sus grandes recursos económicos y el creciente poblamiento, comenzaba a ser una realidad.

Por la misma época se inicia el proceso de formación de organizaciones sociales, culturales, de beneficencia y productivas, cuyos objetivos fueron contribuir desde los diversos sectores del quehacer ciudadano, al desenvolvimiento de la naciente provincia de Aysén.

Mencionaremos tres hitos clave de este movimiento organizacional[2] de la primera época de Aysén que nos muestran además ejemplos en un espectro amplio de perspectivas ciudadanas.

  • El primero es el Club Internacional Balmaceda fundado en 1928, como un espacio de ayuda mutua para los pobladores del territorio en los diversos aspectos de la vida, no sólo el productivo.
  • El segundo lo constituyen las organizaciones de comerciantes surgidas hacia fines de los años treinta en Puerto Aysén, la Asociación de Comerciantes y Productores y la Cámara de Comercio Minorista, ambas expresión del creciente dinamismo de dicho Puerto.
  • El tercero, que surge hacia 1941 es OGANA, una organización gremial de carácter productivo que buscará mejorar las condiciones comerciales y de producción para la ganadería regional en general y para sus asociados en particular. Pero también OGANA se ocuparía de promover entre los pobladores el sentimiento de pertenencia a la nación chilena.

Así, vieron sus frutos algunas de las ideas planteadas por esa incipiente comunidad aysenina: vías de comunicación, educación para los niños, organización de la propiedad, abastecimiento y consolidación de la economía a través de la ganadería y el comercio principalmente y la explotación de otros recursos naturales.

A fines de la primera mitad del siglo XX verá surgir en el país un proceso de desarrollo hacia dentro, al aplicarse el modelo de sustitución de importaciones. En Aisén aquello significará un vuelco hacia la explotación de recursos naturales, tanto en el litoral (surgimiento de plantas conserveras por ejemplo) como en el área continental (un nuevo impulso a la ganadería, la explotación forestal y la minería a gran escala con la Compañía Minera Aysén). Mientras las localidades más dinámicas se van consolidando, otras comienzan a declinar y algunas más se van conformando lentamente en ambos espacios.

Sin embargo, los problemas consuetudinarios del territorio si así podemos llamarlos, seguían sin una solución definitiva y todos los esfuerzos resultaban pocos para resolverlos: la estructuración de una red caminera en el área continental que permitiera la comunicación entre las diversas localidades y dinamizara además la producción de todo tipo que en ellas se realizaba; la deficiente organización administrativa que centralizaba su accionar en Puerto Aysén; el mejoramiento de la educación y la salud de la población; la deficiente legislación de tierras.

¿Llega la modernidad?

Martinic propone en su libro De la Trapananda al Aysen, que la segunda mitad del siglo pasado será el periodo en que la modernidad se instala en la región por medio principalmente de la acción de los diversos gobiernos que rigieron al país.

El primero de ellos, el de Jorge Alesandri (1958-1964), hará fuertes inversiones para afrontar los problemas descritos más arriba. En este proceso será clave la intervención de CORFO, entidad estatal creada para fomentar la producción nacional a lo largo del país. En la provincia, los recursos serán destinados principalmente a la agroganadería, la minería y en menor medida a la industria. Pero también dicho gobierno invertirá en infraestructura de comunicaciones (caminos, aeródromos), salud (hospitales y postas), educación (más escuelas a lo largo y ancho del territorio y el surgimiento de liceos). En todo este proceso, la participación de la ciudadanía regional, cada vez más influida por el sistema político partidista de la época será importante, más no central. Pienso que se produce en la ciudadanía regional un vuelco hacia dentro, surgiendo así organizaciones sociales de objetivos más específicos y locales, tanto en el espacio rural como en el urbano. Surgen juntas de adelanto, las primeras organizaciones vecinales, los primeros grupos de campesinos. Tal vez sea en este momento cuando comienza a surgir también con verdadera fuerza la necesidad de autorepresentarse políticamente ante el Estado. Será creciente el interés por pelear un cupo representacional en el poder legislativo, lo que finalmente se concretará durante la administración del gobierno de Frei Montalvo (1964-1970).

Durante este periodo cambia la orientación productivista y de fomento de la empresa privada principalmente hacia un proyecto de desarrollo económico social de corte cooperativista. En la región ello se reflejará en el fuerte apoyo de la administración estatal a la conformación de organizaciones sociales rurales y urbanas que propendan al desarrollo local integral. Surgirán los comités campesinos por todo el territorio, profundizando la reforma agraria que había ya dado sus primeros pasos en la anterior administración. Surgirán también organizaciones de mujeres, se fortalecerán las organizaciones vecinales en las localidades principales. En suma, se producirá una diversificación de la participación social que se verá acrecentada en el corto periodo gubernativo de Allende.

Fin de siglo: hacia una propuesta ciudadana para el desarrollo de Aysén

Sin embargo, las perspectivas de desarrollo económico productivo seguirán siendo materia de Estado y muy pocos serán los ciudadanos que logren intervenir en este ámbito. La situación se mantendrá hasta mediados de los años ochenta, periodo de gran efervescencia social en el país, pues las fuerzas democráticas del país habían logrado recomponerse con el fin de lograr por la vía política dar fin al gobierno militar que se instituyó en 1973, tras el golpe de estado propinado a Salvador Allende. En Aysén y bajo el alero de la Iglesia Católica había surgido a principios de aquella década una Fundación que comenzó a apoyar el desarrollo de las comunidades rurales de la región. FUNDA se convertirá desde ese momento en un espacio de democratización y recomposición del tejido social aysenino. A esta entidad le seguirán en 1986, FUNDESA, que se forma con profesionales descontentos del giro conservador que le da a la iglesia y a la labor de FUNDA, el obispo de esa época; y Codesa, organización que se forma a partir de la confluencia de distintos actores de la sociedad coyhaiquina principalmente (empresarios, políticos, dirigentes sociales) con el fin de discutir un desarrollo para la región bajo la premisa de un modelo político social democrático.

La conquista de la democracia en el país, abrirá nuevas perspectivas para el desarrollo regional, pero también nuevas trabas y sorpresas heredadas de la administración militar, donde se permitió entre otras cosas que los principales recursos naturales de la región pasaran, por distintos mecanismos legales y comerciales, a manos de privados.

Para esta época algunos actores de la sociedad aysenina, comienzan a plantear que el desarrollo de la región ya no sólo depende de su dinámica interna y la relación con el país, sino que además debe relacionarse definitivamente con la realidad planetaria. Las importantes reservas de agua de la región, las condiciones de pristinidad de gran parte del territorio, la aún poca población, son todos factores para plantearse un modelo de desarrollo distinto, sustentable, que podría ser ejemplo a nivel mundial. Esta perspectiva, muy desarrollada por el movimiento ecologista nacional e internacional, ha logrado penetrar en la sociedad regional, significando con ello confrontar a la propuesta de desarrollo clásica que había regido en la región: la modernización tal como había sido experimentada en el resto del país y las naciones desarrolladas.

Tenemos entonces que hoy en día se levantan dos propuestas de desarrollo en Aysén:

· Una que propone la explotación sistemática e irracional –pese a esgrimir racionalidad económica en su defensa- de todos los recursos actuales y potenciales que posee el territorio.

· Y otra que propone que esos mismos recursos –no todos por cierto- se exploten con una perspectiva de largo plazo, que no privilegie el enriquecimiento de pocos sobre el mejoramiento de la calidad de vida de toda una región en su conjunto. Pero esta segunda perspectiva no logrará imponerse si la misma ciudadanía no busca recuperar el control de las riquezas de la región.

Agradecimientos

Agradezco los comentarios y correcciones al texto que hicieron Enrique Martínez Saavedra y Patricio Segura Ortiz.

A mi familia. Eugenia por escuchar mis reflexiones y proponerme nuevas ideas respecto a cómo abordar la historia social de la región. A mis tres hijas. Sus vidas dan sentido a todo.



[1] Al hablar de regionalismo surge de inmediato la tentación de comparar la experiencia de la sociedad magallánica, tan cercana y a la vez tan lejana a nuestra región.

[2] Existió, también una organización regionalista.


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