Por Ana Iris Salgado - Gestora cultural - dramaturga
Recientemente tuvimos en Coyhaique la fortuna de ver durante tres días esta obra teatral del catalán Jordi Galcerán y dirigida, en la versión chilena, por Liliana Ross, destacada actriz y directora que suma con esta obra un éxito más en su incesante y fértil carrera artística.
Imposible no hablar de esta obra que, como pieza dramática, está a la altura en lo que, haciendo una analogía, en lenguaje cinematográfico se denomina “cine arte”. Esta pieza teatral que se puede definir como una comedia con interesantes ribetes psicológicos y dramáticos, seduce al espectador desde el principio. Tal vez esto se deba a que, basada en un hecho real, permite identificarnos con los sufridos y angustiados personajes que, a medida que progresa la acción dramática, nos van acercando a un mundo que, pese a lo absurdo, sabemos de su existencia.
Según el propio autor esta obra se basa en una anécdota real. “En una papelera de Barcelona se encontraron una serie de documentos en los que un empleado del departamento de personal de una cadena de supermercados había anotado sus impresiones sobre las posibles candidatas a un puesto de cajera. Los comentarios estaban llenos de frases machistas, xenófobas y crueles del tipo “gorda, tetuda...”, “no sabe ni dar la mano...”, “voz de pito, parece idiota...”, etc. Aquel empleado, escudado en la sagrada misión que le había sido encomendada, se creía con derecho a emitir y poner por escrito aquellas sandeces sobre una serie de personas a las que no conocía de nada. El hecho de tener el poder para otorgarles o no un trabajo, lo legitimaba para ser cruel, implacable.” Galcerán, con agudo sentido del humor, nos enfrenta a uno de los procesos más crueles del mundo laboral: una selección de personal en una sociedad en que la avidez por fabricar hombres muy aptos y eficaces no es objetivo menor, no importando incluso lo moral o ético. Lo que sí importa es cómo reaccionamos a unas singulares pruebas que parecen no tener nada que ver con el trabajo en sí.
Todo lo anterior, sumado a las actuaciones sobresalientes de los actores chilenos, hizo que las presentaciones en Coyhaique resultaran realmente cautivantes para el variado público que asistió. Pese a que se presentó un tema difícil que aborda humor negro, drama y crítica social , los espectadores se impregnaron con la obra. Pudimos ver a un público heterogéneo que disfrutó plenamente de las situaciones inesperadas, los fulgurantes diálogos y la tensión constante. Especial mención merece el público juvenil proveniente de diferentes establecimientos municipales y particulares subvencionados que pudieron vivir gratuitamente un teatro que sin artificios y recursos extremos, los envolvió en una trama subyugante.
Dentro de esta obra todo el elenco cumplió su papel eficientemente, mostrando notablemente su oficio bien logrado. Sin embargo no se puede dejar de destacar la magistral actuación de Álex Zisis y del versátil Ramón Llao que durante toda la obra hacen oscilar al espectador entre el más crudo dramatismo y la hilaridad más fina .
Si hay que encontrarle falencias, podríamos decir que el montaje hace una innecesaria contextualización (menciones a la farándula chilensis, problemáticas de Santiago, contingencia política, etc) que, en una primera lectura, no enriquecen la puesta en escena. Sin embargo y una vez vistos los resultados, se puede afirmar con toda objetividad que dicha contextualización, funciona como un poderoso “gancho” para el público en general, sobre todo los jóvenes. Si es así, se cumple con un gran objetivo, acercar el teatro a las masas y, con esto, contribuir a su fomento.
Por último, es imprescindible mencionar a quienes hicieron posible que en Coyhaique se viera teatro gratuito (algo no muy usual y hasta sorprendente). Se lo debemos a una agrupación de adultos jóvenes que conforman un grupo de teatristas llamado Teatro “ALFÍN” quienes, a través de un proyecto FONDART, permitieron este gran impulso. Ellos pretenden desarrollar actividades que fomenten la cultura en general. Una gran iniciativa que sólo merece elogios.
OBRA: “EL MÉTODO GRÖNHOLM”
Protagonizada por :Ramón Llao, Vanessa Miller, César Sepúlveda y Álex Zisis
Dramaturgo: Jordi Galcerán (catalán)
Dirección: Liliana Ross
2 comentarios:
Fue una experiencia magnífica para nosotros como actores y el contexto de un Fondart que busca crear audiencia es una plataforma que resignifica en el mejor de los sentidos nuestro trabajo y la pasión inapelable con que casi todos los actores elegimos este oficio vivo gracias a la gente.
Que volvamos a Coyahique pronto.
Un abrazo
Para nosotros fue una experiencia enriquecedora. Gracias por su cordialidad y por las ganas de conectarse con el estilo de vida de estas tierras australes. Y por supuesto que pronto tendremos un nuevo proyecto para traerlos de vuelta!
Publicar un comentario