Queriéndote..., ¡y cómo te quiero!,
ocultar debo yo mi gran pasión;
ocultar que por ti... me desespero,
y guardar en secreto mi dolor.
Guardar en mi pecho esta ternura,
que se funde en mi alma, en mi ser;
tener que aceptar con amargura,
que te alejes..., sin poderme comprender.
Y tú..., nunca mi dolor sabrás,
por qué debo acallar esta pasión
y ocultar mi frenético querer;
porque teniendo así, que padecer,
he tenido que callar al corazón,
y he tenido que callar... ¡Por ser mujer!
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