Cuando vine a inicios de agosto, me viste entrar en la casa y antes de saludarme me dijiste:
-No quiero que me huevees con que tengo que levantarme, que tengo que caminar, que tengo que hacer esto o lo otro, déjame tranquilita en mi cama los días que me quedan.
Estabas muy bien de salud, no podía ser que esa frase "los días que me quedan" fuese real. Era tu humor negro, pensé. O tal vez un lapsus de esos que rara vez te venían este último tiempo.
Pero no mentías, ni confundías el tiempo. Y al decírmelo de rompe y raja, me preparabas, a tu manera.
Hoy sacaba la cuenta que tú perdiste a tu papá cuando tenías 33 y a tu mamá antes de cumplir tus 40. Ambos murieron de menos edad que tú: Obdulio de 78 años, Rosa de 67.
Celebro tu vida Nilda, gracias por darme la mía.
(10 de septiembre de 2024)
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