-Estoy deshabitado -pensó mirándose al espejo.
Su alma, como una sombra del reflejo
enfrentaba sus ojos.
-Estoy deshabitado -le anunció con leve timbre.
La voz rebotó en el espejo y él
sintió cómo las vibraciones
traspasaban aquel rostro al otro lado.
La luz poblaba aquella escena
inservible,
apenas encendida que decidió
marcharse
pero sus ojos siguieron observándose
dentro, oscuros de sí.
Intentó quebrarlo
¡oh, sí que lo intentó!
pero estaba deshabitado
y entonces decidió apagar toda luz,
todo reflejo,
todo habitante.
Rosamel Gaete
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