¿Será que uno termine leyéndose el ombligo?
que entre el humo de esos cigarros
no fumados
distinga el ojo a la palabra
descolgándose precisa
de sus hojas.
¿Será que uno retome la escritura para ahogar el grito y la ausencia?
entre los apiñados paisajes que definen la carretera
para que nadie los vea,
en la ceguera promisoria del tour,
abierto el ataúd de codo
donde yace la memoria.
En el primero encontrará sin duda
una pequeña luz de intriga,
esa biología alguna vez le unió
a un útero que pensó conocía
y luego del corte,
cerró como herida de guerra
En la segunda, el silencio es una música imposible
por no creada, digo
imposible.
Aunque tal vez la escuchara en el mar aquel
amniótico-hipnótico.
Rosamel Gaete-Mauricio Osorio
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