La lluvia se deja sentir nuevamente en el Aysen. No tan torrencial como hace unos días, pero con señas níveas en lo alto.
La lluvia ha humedecido Coyhaique en estos años. Antes era un pueblo-ciudad de frío seco, filoso. Un frío que me agradaba, pues punzaba como acariciando.
Pero hoy ha quedado quizás dónde aquel frío seco. Hoy la humedad gana el aire, lo inunda de ese otro frío que se adhiere inamistoso entre las ropas.
Hoy la lluvia arrecia en el Aysen y la nieve se arrincona a las montañas.
Pienso en la escritura que se agolpa a la espera de que aclare. Pero si la lluvia es el elemento de este siglo, la escritura deberá abrirse paso en la humedad que todo lo rodea.
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