Te contaba que soñé
con seres obscuros iluminando el orbe
no sé si llevaban alas
o si la luz era un reguero de plumas
sobre el cielo ingrávido.
Pero soñé con ellos
escuchándome
la descripción de tu rostro, de tu pelo,
de tu noción de ausencia.
La imagen de tu espejo reflejada.
La luz de tu recuerdo.
Les contaba que eras cierta
que nada te definía
que mi voz al nombrarte
se silenciaba,
y volvía a la ausencia germinal,
a la memoria.
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