24 diciembre 2013

Sobre planchas en Patagonia

Suena el celular. La abuela le pide al esposo de su nieta:
-Cuando vengas a dejar a las niñas, trae la plancha por favor. No te olvides si…
-Ok, llevo la plancha -respondió el hombre.

Ya en casa de la abuela, el esposo, ufano exclama:
-¡Aquí está la plancha!
-¡Pero qué trajiste hombre! -grita la abuela-. Te pedí la plancha!, ¡esa para asar la carne!
-Chuuuu!

El hombre toma su bolsa con la plancha eléctrica y vuelve al auto. Las risotadas de la familia lo siguen atrás.

Era la plancha, no la plancha.

Y luego, por la tarde, todos nos enteramos que ni siquiera era la plancha, sino que la parrilla, aquel adminículo como rejilla para asar carne en cualquier parte de Chile.



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