10 diciembre 2013

Eleazar Cárdenas, armador de campos 1915-1930

¿Qué puede ser un armador de campos? 
Un hombre solo o con familia, que con esfuerzo se instala en un predio, roza un pedazo para levantar una rancha, otro para sembrar pasto, otro más para hacer una quinta y a la vuelta de 2 o 3 años, saca a la venta las mejoras. 
Criollos que buscaban dónde establecerse habían muchos, después que los clanes familiares que poblaron entre 1900 y 1915 el valle Simpson en todos sus accesos, márgenes y derrotero interior, estaban ya asentados y la movilidad de un campo a otro había disminuido, mas no terminado. 
Entonces los armadores de campo trabajaban año a año para organizar rústicas mejoras y comerciarlas luego entre aquellos que contínuamente iban internándose en el valle Simpson.
Al parecer uno de estos personajes fue Eleazar Cárdenas.
Alfredo Haro Guzmán, poblador del sector El Blanco y Cerro Galera, recuerda que su padre le compró el campo en el que la familia se asentó, a dicho poblador:

Mi papá compró ahí donde está Gerardo, le compró a Eleazar Cárdenas. Debe haber sido un ‘latifundista’, porque toda la gente le compró a ese hombre. Debe ser que acaparaba tierras, les hacía mejoras y las dejaba ahí y pagaban las mejoras. ¡Pero nunca conoció nadie a Eleazar Cárdenas! Porque ese campo de ahí [costa del río Blanco] también se lo compraron a Eleazar Cárdenas, todas esas costas para acá, tú preguntas, le compraron a Eleazar Cárdenas.” 

José Pomar conoció a Cárdenas y en su libro dejó una interesante impresión de él:

Junto a la unión de dos brazos del Huemules naciente estaba el término de nuestra jornada, el puesto de D. Eleazar Cárdenas, quién nos invitó a desmontar y a desensillar y allí alojamos hasta el  23 de mayo. Este puesto constaba además de unos ranchos, de una casa nueva de madera con forro exterior de tabla compuesta y machiembrada y tenía ventanas con vidrios; como se ve de construcción diferente a la generalidad de los demás puestos del valle, y que desgraciadamente, como he sabido después, fué quemada intencionalmente en 1921 en ausencia de su dueño; en una de las dos piezas había arrumados unos sacos de harina con el membrete "Preferida, Molino Río de la Plata, Buenos Aires, producción diaria 30.000 bolsas de 70 kilos"; Cárdenas es natural de La Unión de donde emigró en 1904, residiendo en el Neuquén y en Chubut y entrando al valle Simpson en 1915. Este poblador, que se lamentaba de haber perdido los mejores años de su vida viviendo en la Patagonia, no solo revelaba un grado de civilización superior a la mayoría de los ocupantes, sino que también era aficionado a la lectura y tenía algunos libros aunque de escaso valor.” (pp 63-64)

Hay cierta cercanía entre el recuerdo de Alfredo Haro y el relato escrito de Pomar: ambos refieren a un personaje que cuenta con recursos hacia los años veinte del siglo pasado. Pero Pomar lo describe como un poblador afincado en su propiedad, que ocupa presumiblemente desde 1915. No así Haro, quien rememora la historia de un poblador vendedor de mejoras en diversos lugares del valle.
En 1930, el poblador Cárdenas aparece ocupando un predio en la ribera norte del río Blanco, cuya tasación es escasa. 
Declaraba ser casado con tres hijos, sin solicitud de mensura para el predio que ocupaba desde 1927.
Una casa de 4x7 mts de tabla tinglada y techo de tejuela.
Una cocina fogón de 4x6,5 mts de palo amordazado con techo de canoa.
Corrales de palo a pique en 120 mts.
Cercos de estacón en 150 mts.
5 hectáreas quemadas.
4 hectáreas empastadas de calidad.
Todo ello avaluado en $ 2.205
Además, 
1 hectárea de avena, 1/4 de papas.
3 vacas paridas, 4 secas, 1 toro, 5 caballos, 5 yeguas y 130 ovinos.
Es claro que para 1930 Cárdenas ya no es un latifundista, ni el poblador bien acomodado que conoció Pomar en el año ‘20. Tal vez el episodio del atentado a su propiedad, referido por el ingeniero haya sido el inicio del fin en la historia de este armador de campos.

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