He despertado tan temprano estas mañanas
abandonando la modorra de costumbre,
pero he despertado con una punzada
inquieta en los sentidos,
porque me atraviesa la primera luz del día,
como daga.
He despertado tan adentro de la tierra
que aquella luz parece un espejo de sombras y vacío
y el cuerpo se estremece sin sentido,
porque siente lo que todavía no ha ocurrido.
Desorientado y somnoliento busco el patio
con los pies descalzos y el makuñ plateado.
La tierra acomoda su terror bajo mis plantas.
Ya viene el día eterno donde todo es esperanza
me susurra el viento, mientras la llovizna canta.