20 de septiembre 2012
Mauricio Osorio Pefaur, artesano textil, antropólogo social. Producciones Ñire Negro
Me has invitado a conversar de lo
que amo. De lo que amo y abandono, de lo que invoco como sanación. Por eso es
difícil conversarlo.
Me has invitado a hablar contigo
de textilería y arte textil, pero con la condición que sean tus propios
textiles los que vehiculen la conversación. Pues bien, como en toda
conversación dejemos fluir la subjetividad embarcados en la obra que hoy haces
pública.
Aquí expones 18 piezas textiles,
18 paños como te gusta llamarlos, y agrego yo, 18 obras de arte. Y aquí
comienzan los problemas: llamarlo arte si parece artesanía? o manualidad. Llamar
arte al cuadro hecho con lana de oveja? Esas son interrogantes que con sencilla
rapidez llenarán el espacio ahora y próximamente, te lo aseguro.
Por eso te converso, les
converso, de lo general para ir poco a poco acercándome a tu obra y de paso
alejando de todos los aquí presentes cualquier atisbo de valoración menor de tu
propuesta que es ante todo una propuesta ARTÍSTICA.
En Chile como en Latinoamérica
hay un “Arte Textil” –en la acepción que de arte tiene occidente- que “reúne
las prácticas artísticas que tienen a lo textil –y a la fibra- como medio de
expresión a través de sus procesos productivos o en el campo conceptual de la
obra.” (Moreno y Rojas, 1996). Su desarrollo es reciente, iniciándose en Brasil
y Uruguay a partir de los 50’ y 60’ respectivamente, bajo la influencia de la
nueva tapicería europea. Su “aceptación” en el círculo del arte no fue nada
fácil. En Chile el desarrollo del arte textil es algo posterior al uruguayo y
su expresión pública se inaugura con la exposición de 1967 “20 artesanos
contemporáneos” (Moreno y Rojas, op cit).
Las artistas destacadas de
aquella época fueron Maruja Pinedo, con formación de bellas artes y que
desarrolló la tapicería tradicional y renovada y Violeta Parra que de manera
autodidacta realizó sus trabajos de bordado sobre arpillera.
Sin embargo, el movimiento
artístico que tiene al textil y sus posibilidades como fundamento y expresión,
logró consolidarse sólo a principios de los 80’ de la mano del grupo
autodenominado “Arte Textil Contemporáneo” que reunía artistas formados en las
Universidades de Chile, Católica y algunas instituciones extranjeras, así como
autodidactas. La exposición colectiva emblemática del grupo ocurrió en 1983 en
el Goethe Institut de Santiago.
El grupo se disuelve en 1986,
pero deja instalada la línea del arte textil chileno, sus integrantes con más o
menos vigor, continúan su trabajo independiente.
En Coyhaique por esos mismos
años, el circuito artístico vería con asombro, el surgimiento de los tapices de
Elia Medina, en “El Alero”, primera peña cultural del pueblo-ciudad (Miranda
1999)
1996 marca un nuevo hito en el
desarrollo del arte textil chileno con la exposición “Arte Textil Contemporáneo
en Chile” realizada en el Museo de Bellas Artes en 1996. Ahí expusieron 20
artistas (19 mujeres y 1 solo hombre). Como lo dicen Moreno y Rojas, aquella
exposición convocó a los artistas textiles a evaluar su trabajo, las
condiciones de producción y la falta de circuito y análisis crítico del mismo.
Por esos años, la Secreduc de
Aysén ya contaba con un importante conjunto de obras de Elia Medina que junto a
otras muchas sucumbieron a un voraz incendio de sus dependencias casi a fines
de los 90’.
El nuevo siglo trajo una
renovación del arte textil, una explosión de propuestas y una proliferación de
sitios en Santiago y regiones donde comenzó a enseñarse y exhibirse obras en
esta línea artística. También trajo como toda explosión varias confusiones,
varias polvaredas entre arte, artesanía y manualidad.
Acá en Patagonia, Marcela
Stormesan, destacada pintora, desarrollará algunos trabajos donde su propuesta
artística se funde conscientemente con la funcionalidad del objeto artesanal.
Sandra Bórquez comenzará, como si fuera continuidad de su poesía, a
sorprendernos con la costura de tapices, construyendo mundos ilumininados de
literatura universal y cotidianidad aysenina. Está también la obra de Verónica
Ralph, más desconocida en el circuito regional. Luego se encuentran también
propuestas más cercanas a la artesanía, donde es lo funcional lo que da cuerpo
y sentido a los objetos elaborados.
Como ven, se puede hablar de un
arte textil en Aysén, muy nuevo, contemporáneo al movimiento nacional, aunque
aislado de él y por lo mismo autónomo de modas y tendencias estilísticas y
materiales. Un arte textil que trabaja las técnicas de bordado, tapicería,
tejido tradicional, costura con retazos y utiliza lanas, telas, algodón,
acrílico.
Ahora bien, Chile y Latinoamérica
tienen -como si fuera el otro lado del espejo, pero su fundamento radical- otro
“Arte Textil”, el arte textil indígena, con expresiones sublimes por todas
partes: Mesoamérica, los Andes Centrales
las mayores según muchos. En Chile, los Aimara y Mapuche son nuestros
principales referentes para este otro arte, raíz de la que los artistas
textiles chilenos se han nutrido permanentemente.
Es innegable que dicho arte
originario pesa y posa su tradición en las diversas propuestas artísticas del
arte textil chileno. Aunque no estoy muy seguro que lo haga en el aysenino.
Habrá que analizar aquello.
Atendido este contexto general
acerquemos la conversación hacia tu obra. De entrada te digo que se inscribe en
el arte textil chileno y por situarse en la región, en el que acá se viene
desarrollando. Veamos cómo y por qué.
Materia prima-técnica-arte
Usas el fieltro, material producido
mediante una de las técnicas textiles más antiguas que se conocen y que
paradójicamente es un “no-tejido”, pues no transforma la materia prima (lana)
en otro elemento (hilo) para luego entrelazarlo; más bien aglomera la misma lana
en su estado natural, para dejarla “entreverada” en sí misma logrando una
estructura resistente y liviana al mismo tiempo.
Usas una técnica cuyo contexto
cultural no es el nuestro sino que son las estepas y montañas de Asia central y
Europa.
Usas ese fieltro que para tanta y
tantos ha llegado como última moda urbarural. Ese fieltro que aquí o allá se
hace sin entenderse; Pero tú lo invitas a tu mundo libertario para que te
acompañe la expresión de amores, paisajes, cantos, manifiestos. Le pides su
estructura y consistencia y le entregas tu mundo para potenciarla. Aglomerar la
lana es la técnica. Aglomerar belleza y pensamiento la actitud, el arte.
Usas un material nuevo y eso
distingue tu trabajo dentro del concierto regional que hemos revisado y te
sitúa en el nacional en el círculo del arte textil actual, donde el fieltro
está ocupando con fuerza un espacio. Pero valga aquí una importante salvedad.
Ese arte del fieltro está en el país muy asociado al diseño de complementos y
vestuario. Muy mediado por la funcionalidad que el material otorga. Por lo
tanto lo que nos propones una vez se acerca a dicha tendencia, se aleja de
inmediato porque su objetivo es otro, su objetivo es provocar la reflexión a
partir de la contemplación. Y en esto se acerca a las demás artes visuales.
Pero nuevamente y casi como una urgencia de la artista y de su obra, se aleja
de esta casilla y queda a la deriva, buscando a fin de cuentas dialogar para
construir un mundo libertario e igualitario.
En el origen tu obra recupera
para el arte lo que de arte tiene la artesanía: la libertad de crear sin
preocuparse por el uso del objeto, pues el uso viene dado con la necesidad
social de la belleza a toda costa. La artesanía digna es aquella que contiene
función y belleza en equilibrio. Y no importa la repetición de los objetos,
función y belleza mantienen la dignidad del objeto artesanal. Se rompe el
equilibrio cuando se subvalora la capacidad de contener belleza creativa, se
rompe el equilibrio también cuando se sobrevalora la capacidad de funcionalidad
del objeto.
El arte rompe con la artesanía de
modo consciente y con respeto, le rompe el equilibrio para llevarse su hálito y
elevarlo o transfigurarlo o engullírselo para seguir respirando. Tal vez el
arte, el arte textil es otro estado de la artesanía.
En el origen eliges la lana como
conductora de tu potencia creativa. La lana que la tradición artesanal
nuevamente nos hace asociarla con el mundo de lo femenino. En las sociedades de
subsistencia, lo masculino extrae esta materia prima del animal y la entrega a
lo femenino para su transformación total en vestidos y enseres, elementos
sustanciales de la reproducción social de la familia. Y luego en un segundo
impulso para la reproducción económica a través de la comercialización de
productos excedentes.
Tu elección es una suerte de
conexión con ese femenino consciente de su capacidad productiva y reproductiva.
No es una conexión con el femenino de postal, de manualidad banal. La artista,
como las artesanas elige la materia, la selecciona y la conmina a transformarse
para vehicular un mensaje que es a la vez la obra y su contenido.
En lo técnico, tu obra opera dos
rebeldías: 1) contra la moda de la técnica, pues acoges al fieltro en su
belleza sencilla y en sus infinitas posibilidades para rehacer tus propios
motivos, convirtiéndose así en co-autor
de cada paño. 2) Contra la moda de lo funcional, porque no se trata aquí de
ropa o accesorios, sino que se trata de manifiestos político estéticos tanto si
los observamos como cuadros resultantes de un proceso creativo que inicia en la
misma lana informe o como cuadros que desde la profundidad del enfieltrado
convocan la reflexión social y política.
En lo estético, se funden en cada
obra tus búsquedas (los croquis iniciales, la reflexión que es previa al paño,
la textualidad que acompaña desde el inicio y en el proceso la creación de cada
obra) y las sorpresas de las técnicas (enfieltrado y teñido). Esto a simple
observación no se aprecia. Aquí –y es la maravilla de este arte- no vale el
experto o experta que domina la técnica. Aquí vale el diálogo del experto con
la técnica para lograr la expresión de la idea en su sustancia y su potencia.
Porque en tu obra lo que remece es la fuerza de las ideas que planteas. Las
observo una a una y descubro que me
reconocen la mirada por ejemplo con aquellos ojos que parpadean entre las
fibras. O con la luminosa multivocalidad de los colores.
De este modo son 18 las maneras en
que das a conocer tu pensamiento, en que invitas a ver/palpar tu propuesta
estética y política. Sí, ver y palpar, tocar reconocer en el tacto, porque la
lana invita a tocarla, su potencia protectora nos acoge y nos brinda una
caricia cuando la tocamos.
Obras que se tocan, obras que se
leen, obras que se agradecen. Llamas a la liberación y yo recojo tu llamado cuando
me libero de hombrías impuestas, de falsas determinaciones masculinas. Esta
liberación alegra el alma y la conciencia que sólo quieren beber y brotar bellezas,
que sólo quieren transformar la materia/mentira de esta sociedad impostada y
raquítica.
Les dejo a ustedes la invitación:
contemplen estas obras y déjense contemplar por ellas.
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