El paisaje, obra humana, transformación de lo natural en cultura, fuego, corte, cultivo, flechazos y alimento.
El paisaje, transa internacional hoy día. Los billetes le compran, le mueven, le transforman y le amargan.
El paisaje es del pueblo, obra delirante de la historia social, el pueblo, lleno de anteojos para no ver nada, el pueblo aciago, complacido en el mínimo de todo, el pueblo que se tome el paisaje y lo transforme nuevamente, lo llene de habitantes y basura, o más bien de amor y pastos acolchados para amarse. Que la basura se acumule a la salida de los cercos de oro, en los bolsillos que van comprándolo todo, que la basura se convierta sí, se convierta en el aire que se respira, en el agua que se consume y dejen ya este paisaje bello al amparo del pueblo que lo ama.
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